Inglés, el lenguaje mundial


Enrique González Manet

En los últimos años expertos estadounidenses han insistido a través de diversos medios, en particular de Internet, en la supremacía mundial del chino y el español como lenguajes más usados en la informática.

La afirmación es sospechosa, sobre todo cuando ha sido repetida por otros especialistas de Estados Unidos e Inglaterra, en la confianza de que ellos son los que saben por que cuentan con las mejores estadísticas.

El avance económico ha abierto el camino de las relaciones de China con otros países, en particular con Estados Unidos.

Por eso no extraña que este país cuente con 120 millones de usuarios que manejan el inglés a través de Internet y el teléfono móvil.

Por su parte, los hispano parlantes son apenas 600 millones, pero dan preferencia al inglés en sus relaciones comerciales y de negocios.

Este idioma es por antonomasia el de mayor alcance e influencia en el mundo.

¿Por qué, pues, los poderosos tratan de esconder la fuerza arrolladora del inglés en el orden contemporáneo?

Una de las razones es de carácter político y viene de los siglos XVII al XIX, cuando Inglaterra alcanzó el mayor poder colonial que jamás haya existido y que se extendía de la cuenca del Caribe hasta los más apartados confines de África y Asia.

La marca de esta influencia ha elevado a unos dos mil millones de personas los anglo parlantes, incluida la fuerza con que se proyecta en el mundo Estados Unidos, sobre todo a partir de la informática, las tarjetas de crédito universal y las actividades bancarias, así como el dominio abrumador que ejerce sobre las ediciones científicas.

En el siglo XIX, en época de la Reina Victoria, Inglaterra dominaba la mitad de África, además de Libia, Egipto, Malta y los países del Oriente Medio, incluida Arabia Saudita, Irán, Irak, Afganistán, Nepal, Bhután, Tíbet y la India, aparte de Malasia y una fuerte  influencia ejercida sobre Indonesia y la propia China.

Hay otras causas y una de ellas es la antigüedad del idioma, lo que le ha permitido situarse con ventaja en los centros de poder y los mercados globales.

Estados Unidos ha venido a consolidar este impacto con la expansión imperialista que se inició con el despojo de México y la guerra hispano-cubana de 1898, cuando Washington intervino en el momento en que Madrid estaba ya a punto de ser derrotada por los independentistas.

Los orígenes del inglés datan de hace más de mil años, ya estaba estructurado en la época de las invasiones romanas.

Su formación es anglosajona y en realidad ha cambiado considerablemente a lo largo de los siglos.

Está considerado como el lenguaje del comercio y el idioma nacional de algunos países europeos.

Una simple aritmética indica la existencia de más de 600 millones de anglo parlantes, sólo tomando en cuenta los países de origen o lengua básica, como Inglaterra, Estados Unidos (que representa por sí mismo más de 300 millones), Sudáfrica, Australia y Nueva Zelanda.

Sin embargo, su verdadera eclosión se remonta a los siglos de oro de la literatura inglesa, pero no por el boom de la cultura sino por la expansión de las guerras de conquista y del poder colonial.

Este período está unido a la historia del pirata Henry  Morgan, del aventurero Sir Walter Raleigh y otros que pasearon la bandera del Jolly Roger (diseño en blanco sobre fondo negro de la carabela sobre dos huesos cruzados) y el Union Jack (o Union Flag, bandera británica de barras cruzadas) por todo el mundo.

Hoy la India tiene unos mil 200 millones de habitantes y casi la mitad hablan inglés, igual que Pakistán, Afganistán y Bangla Desh, sin contar con los países del Medio Oriente y el África Subsahariana, incluida Guyana y las pequeñas islas del Caribe.

Este pasado de violencia y dominación es el que quisieran olvidar los poderes que rigen en Londres y Washington, que quieren poner por delante la herencia colonial del Imperio Español.

A todo esto se añade el impacto de las nuevas tecnologías de informática, cuyo común denominador se basa en el inglés.

Inventada, diseñada y construida con mentalidad inglesa, en la actualidad estos equipos sirven a unos dos mil  millones de personas y les trasladan su impronta cultural mediante un sutil condicionamiento que nace de la ciencia y la cultura.

No importa que la computadora traduzca automáticamente a otro idioma.

El  concepto del sistema está concebido a partir del inglés, el cual deja su impronta en el juego de las ideas.

No se trata de rechazar un proceso eficaz y coherente, sino de advertir sus valores y condicionales, su carácter y naturaleza.

La cuestión básica es no perder de vista la identidad y los principios elementales que rigen el idioma.

Por algo el primer paso que dan los conquistadores, de acuerdo con la historia, es la subordinación o eliminación del idioma de los vencidos.

Así actuaron los españoles en América Latina al borrar la historia cultural de los Aztecas, Mayas e Incas, cuyo sistema de vida aún permanece ignorado.

El estudio de los idiomas y el análisis de la informática, con todo lo que tiene de compleja, se revelará en su momento como un medio útil para el desarrollo, en particular de los países no industrializados, muchos de los cuales aún arrastran elevadas cifras de analfabetos que no promueven la inteligencia ni las habilidades.

Un ejemplo de resistencia cultural idónea es el de Puerto Rico, con su voluntad de salvar su lengua original, lo mismo que Cuba, que estuvo a punto de ver tergiversada su rica herencia cultural.