La cúpula de la Unión Europea (UE) fue renovada, teniendo como fondo el explosivo escenario ucraniano que condiciona esencialmente la política diplomática regional. Sobre el papel los nuevos nombramientos presuntamente favorecen al bloque del Este y pronostican el fin de la austeridad. En los hechos la Unión gana tiempo en un escenario en que es cada vez menos determinante.

En julio pasado, los jefes de Estado y/o Gobierno, no se pudieron poner de acuerdo con los nombramientos para la cúpula de la Unión. Sin embargo, el último día de agosto se pusieron de acuerdo para lograr un “equilibrio” en los nombramientos.
El polaco Donald Tusk fue nombrado para presidir el Consejo Europeo, mientras que la italiana Federica Mogherini será la nueva Alta Representante para la Política Exterior. En el papel, los nombramientos favorecen por un lado a los países del Este ya que Tusk, es un conservador polaco perteneciente al bloque con menos antigüedad en la Unión. En tanto que la italiana  Mogherini, representa a los países del Sur y al gobierno liberal más exitoso de ese entorno.
Tusk es un conservador europeísta que militó en la filas del sindicato polaco Solidaridad que hizo caer el comunismo, por lo que algunos analistas lo consideran un acérrimo enemigo de Rusia. Además de contar con el apoyo del Reino Unido.
En los hechos, Tusk es un experimentado político en Polonia, que no habla inglés, ni francés, en cambio habla fluidamente el alemán, por lo que no necesitará traductor para conversar con la canciller alemana Angela Merkel.
En tanto, la joven diplomática italiana (41 años) fue duramente criticada en la prensa por muchos analistas que consideran que no tiene la suficiente experiencia o peor aún, porque es demasiado blanda con la Rusia de Putin.
En los hechos, Federica es una mujer política socialdemócrata, licenciada en Ciencia Política y doctorada con una tesis sobre el islam, activa militante contra el  racismo, diputada y delegada de su país ante la OTAN. Además del italiano, su lengua madre, habla francés, inglés y español.
Ahora que la Unión Europea ha elegido a sus representantes, éstos deberán trabajar a contra reloj para exponer soluciones reales a la ficticia recuperación económica y tratar de encontrar una postura menos dependiente de la estadounidense para resolver el conflicto en Ucrania.
La mayoría quiere que finalice la austeridad, pero la Unión europea ahora habla más alemán que nunca y no parece que esta política vaya a cambiar, baste ver en Francia como el mandatario Francoise Hollande, nombró como Ministro de Economía a Manuel Macron, ex banquero de Rotchild.
Respecto del escenario ruso-ucraniano, la novel diplomática italiana lo dijo claramente: todos sabemos que no hay opción militar posible. De hecho, el presidente ruso, Vladimir Putin, advirtió a sus “socios”: “Rusia es una fuerte potencia nuclear, deberían entender que es mejor no jugar con nosotros”.
En este contexto, los nombramientos de la Unión Europea ganan tiempo, para poder definir cómo resolver los duros problemas que amenazan la paz de Europa.