Gonzalo Valdés Medellín

Susan Sontag y Doris Lessing coincidieron —encarnándolo a su vez en toda su obra— que el motor más importante que movió a la gran mayoría de los escritores del siglo XX, acentuándose sobre todo en la segunda mitad del mismo, es el concepto de angustia, el “angst”, promovido por las guerras, el hambre, la depredación ecológica y la despersonalización de las relaciones entre los hombres y las mujeres, e incluso el terror de las enfermedades sexualmente transmisibles.
Bernard-Marie Koltès (1949-1989) es uno de los dramaturgos que en forma más enfática manejaron el concepto de angustia en su teatro. Un teatro llevado hasta el máximo de la ruptura con los valores preestablecidos y las formas predeterminadas como válidas en el lenguaje teatral de nuestro tiempo.
Nacido en Francia, y como suele ocurrir con casi todos los escritores de dicho país, Koltés no puede desligarse de la tradición de la Comedia Francesa. Le pasa algo similar a lo que asumía su antecesor Jean Genet (1910-1986) frente a sus obras El balcón y Las criadas en las que reconocía la influencia de Corneille y Racine, ante todo en el clamor recitativo de los personajes. Y Koltès, rompiendo formas y subvirtiendo esquemas, deja sentir con incisiva ironía los ecos de Corneille en su entrelazar largos parlamentos de erupción poética; o de Racine con la declamatoria interacción de las secuencias escénicas.
Pero más allá de esto, el teatro de Bernard Marie Koltès apunta hacia la desazón de nuestra época. Víctima del Sida, el autor de Tabataba, En la soledad de los campos de algodón, Roberto Zucco, La noche justo antes de los bosques, Combate de negro y de perros y Muelle oeste, desmiembra el corpus de una sociedad no sólo en declive, sino en plena putrefacción. Para muchos, esto pudo ser “el color del cristal” por medio del cual Koltés miraba a su tiempo y a partir de su particular situación anímica producida por padecer el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (esto, ante todo en lo que toca a sus últimas obras, época de la cual Roberto Zucco es la más representativa).
En nuestro país, Roberto Zucco, En la soledad de los campos de algodón, Tabataba y De vuelta al desierto han sido traducidas y publicadas. Roberto Zucco es la historia de un criminal, con apoyo en la teoría de la novela de no ficción de Truman Capote, pero que Koltès trabajó con inusitado aliento poético hasta quebrantar los límites de la realidad y la ficción para proponer una obra de sobradas resonancias sociohistóricas y deliberada confluencia metafórica. Algo inusual con Tabataba y En la soledad de los campos de algodón, donde la angustia como motor del discernimiento existencial se ocupa de personajes sumidos en el abismo de sus propias pequeñeces y frente al desierto de sus prerrogativas humanas a través de monólogos sordos y sofocantes soliloquios. En este sentido, Koltés no es, y también hay que admitirlo, un dramaturgo “digerible” en primera instancia; su virulencia expresiva acaso no lo permite.
No obstante, para Koltés el cine era una de sus influencias nodales y así los personajes de su teatro no pueden despojarse de la esencia de otras creaturas por Koltès admiradas (y quizás endiosadas) en filmes icónicos como Al este del paraíso, de Elia Kazan; Fiebre de sábado por la noche, de John Badham; París-Texas, de Sam Shepard o Las alas del deseo de Wim Wenders… y por supuesto de actores como James Dean, John Travolta o el también dramaturgo Sam Shepard. En De vuelta al deseo Koltès cocina esta galería de referencias cinematográficas, iconografía personal, condimentándola con discursos en torno a la identidad sexual, el machismo, la liberación femenina y la búsqueda del subconsciente, así como la relegación sexista y el racismo.
A Bernard Marie Koltès, sin duda alguna, uno de los dramaturgos de la segunda mitad del siglo XX, que murió prematuramente y en plenitud de su proceso creador (sin embargo entregando y legando mucho al público y al teatro de su momento histórico, en todos los órdenes), el siglo XXI aún no lo descubre en todas sus magnitudes.
Al celebrarse 65 años de su nacimiento y 25 de su muerte, Bernard Marie Koltès, dramaturgo de la angustia, redentor de la depresión de nuestro tiempo, es ya un clásico del teatro contemporáneo europeo, que no debemos olvidar.