Pero ya regresó
La misión de los políticos no es la de
gustar a todo el mundo.
Margaret Thatcher
José Fonseca
El derrame de una mina en Cananea, propiedad de Grupo México, uno de los más poderosos de la república, ha provocado no sólo un desastre ecológico, sino también una hasta hace poco nada usual reacción del gobierno federal.
Más allá de las anécdotas y las polémicas políticas y empresariales que sazonaron el caso, hay un cambio de actitud en el gobierno de la república que, como dice la Biblia, oirán los que quieran oír.
Durante los doce años de gobiernos panistas hubo un repliegue del Estado en el ámbito económico, más allá de lo prudente.
Esto fue resultado no tanto de afinidad ideológica denunciada por quienes se empeñan en ver el mundo bajo el cristal de las ideologías, sino de la incapacidad para comprender a plenitud las tareas y responsabilidades del Estado, la cual, sumada a una cierta ineptitud política, creó las condiciones para que, como comentara no hace mucho un prominente empresario: “Vivíamos en Disneylandia”.
No sorprende por eso la inicial reacción de Grupo México ante el desastre en Sonora, ni tampoco su resistencia a asumir su evidente responsabilidad. ¿Por qué no reaccionar así, cuando en el pasado reciente se cedía tan fácilmente a las presiones de los grupos empresariales?
De pronto el mensaje es distinto. Sí, por supuesto que las actividades de los grupos empresariales son fundamentales para la república, pues es el capital privado, de todos tamaños, el que genera los empleos para los mexicanos.
Pero también se ha dejado claro que la función del Estado es regular las actividades económicas, políticas y sociales. Es un papel indeclinable, como lo han descubierto aquellas naciones que creyeron ciegamente en la desregulación. Así les ha ido.
Ese papel lo recupera el Estado, sin acciones arbitrarias, sólo con la estricta aplicación de la ley, pues sólo así se protege a la sociedad de abusos.
El mensaje para los intereses económicos es que el Estado mexicano anduvo de vacaciones durante doce años, pero ya regresó. Ése es el claro mensaje que envía la reacción del gobierno federal ante la reticencia de Grupo México a enfrentar su responsabilidad por el desastre ecológico provocado por el derrame de una de sus principales minas.
Sin acciones arbitrarias, con la estricta aplicación de la ley, se ha recuperado la función del Estado, un Estado que parecía haberse ido de vacaciones. La noticia es que ya regresó, que Disneylandia se clausuró.
Jfonseca@cafepolitico.com
