Legado musical de personajes e historias fantásticas
La niñez es la etapa en que todos
los hombres son creadores.
Juana de Ibarbourou
José Alfonso Suárez del Real y Aguilera
A la una y cuarto de la tarde del 15 de octubre de 1934, la aterciopelada voz de Leopoldo Samaniego anunciaba en los micrófonos de la XEW a Francisco Gabilondo Soler, quien inició la trasmisión entonando el estribillo de El chorrito. Al término, el pianista explicó a un sorprendido auditorio que había compuesto dicha canción al recordar la fuente del jardín de la casa de su abuela, y recordó las calurosas tardes veracruzanas que, confesó, como al Chorrito le ponían de mal humor.
En un lapso de 15 minutos, el compositor y narrador cautivó a los radioescuchas con la historia de Bombón I, con la del Batallón de plomo y El ropero, canción que despertó tantos recuerdos en voz de un Gabilondo Soler transformado en Cri-Cri, El Grillito Cantor, personaje que a partir de ese momento se integraría a la memoria de la infancia mexicana.
A los quince días de iniciado el programa radiofónico de Cri-Cri, la Lotería Nacional patrocinó el segmento musical y, ante su éxito, la empresa Chocolatera Larín se vinculó indisolublemente al personaje que día a día creaba para su creciente auditorio un mundo fantástico, al que la voz del Tio Polito, don Manuel Bernal, aportaría su extraordinaria dicción y arte en la lectura con cuentos e historias que amenizaban las composiciones musicales que facilitaron uno de los más atinados programas de pedagogía musical de la historia.
El estudio de la amplia obra musical de Gabilondo Soler —conformada por más de 226 canciones documentadas— demuestra que el autor remite a las emociones y acciones que originalmente se propone comunicar a un público en formación, abierto a las más diversas formas y estilos musicales, y contribuye a la adopción de letras y ritmos, como parte fundamental de un proceso educativo más allá del salón de clases.
Las canciones de Cri-Cri son una forma de participación social que —como demuestra la musicóloga María Asunción Leñero Eliu— “adquiere significado a través de las valoraciones estéticas, históricas o identitarias”, que potencian la integración social, trascendiendo épocas y regiones geográficas y se establece en el imaginario colectivo nutriéndolo de géneros y estilos musicales intergeneracionales.
El aporte sociopedagógico de la obra musical de Gabilondo Soler facilitó procesos de formación colectiva en temas nacionalistas frente a lo extranjero; lo urbano frente a lo campirano y lo cotidiano frente a la fantasía, todo ello enfatizado por una rúbrica musical que instaura en la mente del auditorio un escenario acústico de fábula, en el que Cri-Cri es el anfitrión que evoca personajes, atmósferas e historias fantásticas.
A la par de los avances tecnológicos, el legado musical de Cri-Cri mantiene vigente la premisa de la poeta uruguaya Juana de Ibarbourou, para quien en la niñez todos los seres humanos somos creadores, y más lo somos si nuestra creatividad se estimula con las canciones de El Grillo Cantor.