Campaña de desinformación

 

 

La mayor parte de los problemas del

mundo se deben a gente que quiere ser importante.

                  Thomas S. Elliot

 

José Fonseca

La tragedia de Iguala, la matanza de Tlatlaya y la huelga politécnica permiten concluir que el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto tiene muchos fierros en la lumbre.

Ojalá y no se impaciente ante las provocaciones de quienes ven los tres acontecimientos como la oportunidad para obtener ganancia política y socavar la imagen del actual gobierno.

La tragedia de Iguala sacudió la república y ha puesto en marcha todas las fuerzas adversarias del actual gobierno.

Todos exigimos justicia y castigo a los responsables, pero tal tarea exige meticulosidad en las investigaciones y recolección de evidencias sustentables ante los tribunales. Eso exige tiempo. Habrá, pues, que resistir las presiones mediáticas, impacientes porque no tienen diariamente noticias frescas.

Si uno revisa declaraciones como la de un distinguido comunicador que afirmó que exagerar es hacer interesante cualquier comentario. O analiza las simplificaciones políticamente interesadas que sostienen que todo México está en llamas, bien podría concluir que está en marcha un movimiento desestabilizador.

Pero también calificarían tal conclusión como una manifestación de paranoia.

Aun así, no podría ser descalificada así como así, al menos no sin revisar la lista de organizaciones y grupos políticos movilizados con el pretexto de exigir justicia en Guerrero y la renuncia del gobernador Ángel Aguirre Rivero.

No es paranoia deducir de una revisión de todas las opiniones nacionales e internacionales que está en marcha una campaña de desinformación, lo cual no significa adherirse a los teóricos de la conspiración o de los complots

Existe información inexacta, pero también desinformación, a la cual, parcialmente sustentada en hechos, se le dan interpretaciones que distorsionan la verdad y tiene la única intención de engañar, sustentada en las redes sociales, cuyo anonimato impide conocer el origen de la desinformación.

Empieza como rumor y luego se convierte en trending topic que difunde la desinformación en los espacios informativos de los medios impresos y electrónicos.

Así, los acontecimientos recientes, sea Tlatlaya, Iguala, la huelga del Poli o los problemas de seguridad pública son utilizados para desprestigiar las instituciones y son coartada para proponer un cambio de sistema.

Eso sería un salto al vacío, uno de esos callejones sin salida de los cuales los pueblos no salen sin un alto costo sangriento.

Es una deshonestidad pedirle a los mexicanos pagar ese costo, pues sólo ellos lo pagarían, no las elites políticas y económicas que lo promueven.

 

                                                     jfonseca@cafepolitico.com