Carlos Olivares Baró

La timba habanera ha generado muchas discusiones desde su aparición —años noventa— en las enunciaciones de la cadencia de varias orquestas de música bailable de La Habana (Irakere, Los Van Van, NG, La Banda, Charanga Habanera, Dan Den, El Médico de La Salsa…). Qué es la timba: ¿Un nuevo género, una nueva grafía rítmica, un estilo, una tendencia, un “intergénero”, una nueva manera de asumir el concepto armónico-rítmico de los arreglos en los formatos de agrupaciones bailables, un híbrido…? “El fenómeno más importante en la música popular cubana, durante la década de los noventa, es sin duda lo que primero se llamó ‘salsa cubana’ y luego se convirtió en timba. Tan es así, que podemos afirmar que se trata del primer movimiento musical de nuestra música bailable, desde los años cincuenta, capaz de ganarse la atención internacional. Pero ante todo, creemos que la timba es heredera de una larga tradición de música bailable…”, apunta el saxofonista de Benny Moré, musicólogo y escritor Leonardo Acosta.
Los investigadores Neri González Bello y Liliana Casanellas consideran a la timba como “una tendencia, un estilo musical, una actitud asumida por los compositores y arreglistas hacia la orquestación”.
Herencia de pluralidades genéricas bailables y representación novedosa en los conformes orquestales. Guaguancó, changüí, funk, son, resonancia yoruba, songo y reflujos jazzísticos fusionados desde ajustes en los que el tumbao tradicional se quebranta en pos de una sonoridad de transferencias tonales cruzadas: walking bass con pulsación anticipada, acentuaciones yuxtapuestas de la percusión (batería, paila, tumbadoras, bongoes), sección brass (trompetas, saxos, trombones) sobrepuesta a los restantes planos sonoros: guajeo, champola, montuno agresivo, compases fragosos con tajaduras rumberas…
La música cubana se ha caracterizado por su incisivo tono rítmico/armónico presente, sobre todo, en los metales de orquestas tipo jazz band: Casino de la Playa, Riverside, Ernesto Duarte, Gigante del Benny Moré, Julio Gutiérrez, Cosmopolita, Hermanos Castro, Sabor de Cuba…: habrá que auscultar con detenimiento el diapasón de esas agrupaciones de los años cuarenta y cincuenta para precisar algunas raíces de la timba. Y asimismo, darle una ojeada (oída) al chaonda (Alejandro Tomás Valdés) de la popular Orquesta Aragón en los años setenta (“Aprendiendo a bailar chaonda”, “Oye baila mi onda”, “Cha onda con onda”, “Para bailar a mí lo mismo me da”, “Pregúntame cómo estoy”…), y la peculiar sonoridad de la charanga del olvidado injustamente flautista Pancho El Bravo (Alberto Cruz Torre): “Baila Kimbongolo”, “Por debajo del tapete”…
Chico O’Farrill realizó un arreglo de “El Manisero” (Moisés Simons) para el disco Mario Bauzá (Messidor Music, 1997) que determina muy bien las propensiones timberas de la música popular cubana de nuestros días. “Mi escuela, en la que aprendí a realizar arreglos orquestales, fue escuchar a Machito, Mario Bauzá, Mongo Santamaría y por supuesto a Chico O’Farrill”, declaró, en cierta ocasión, “el que le dio un perfil más acabado a la timba” (Radamés Giró), el flautista José Luis Cortés, fundador y director de NG, La Banda.
Las manifestaciones y propuestas de la mayoría de las agrupaciones bailables de la Isla no escapan de diseños timberos en sus arreglos orquestales. Incluso, orquestas y vocalistas de la salsa (Gran Combo de Puerto Rico, Sonora Ponceña, Choco Orta, India, Andy Caicedo, José Alberto: El Canario, Luis Enrique, Andy Montañés, Gilberto Santa Rosa…) introducen módulos timberos en sus disposiciones armónicas/rítmicas: consúltense los fonogramas Andy Montañés. Salsatón (Univisión Records, 2006) en el que aparecen varias piezas del timbero/sonero Manolito Simonet; Fania All Stars Bravo ’97 (Jerry Masucci Music, 1997) con versiones de los éxitos de Juan Formell y Los Van Van ejecutados por Celia Cruz, Ismael Miranda, Cheo Feliciano y Adalberto Santiago, entre otros salseros; Essential (Sony Music, 2010), del salsero colombiano Andy Caicedo, registrado en indiscutible fragor timbero.
La timba llegó para quedarse. Las aquiescencias de la música cubana se han enriquecido con esas sentencias rítmicas/armónicas: viraje substancial de la música popular de la Isla a partir de los noventa. Timba fragorosa que pone a bailar al más tieso de los mortales.
El Grupo Timbalive constituye dentro del panorama de la música bailable cubana un acontecimiento único de popularidad. El éxito alcanzado por este ensamble —liderado por el percusionista (timbal/batería) Leo García en complicidad con el trombonista Bayron Ramos (producción y arreglos) y el conguero Coky García (arreglos de percusión)—, a cinco años de su fundación, se justifica por una faena intensiva en pos de encontrar un cuño identificativo: mezcla de ritmos afrocaribeños/urbanos (reggaetón, plena, bomba, hip hop…) y música popular cubana (son montuno, mambo, guaracha, changüí, guaguancó, conga santiaguera…) desde consonancias en las que lo más importante es complacer al bailador.
Con la música cubana NO!: Timbal, batería, tumbadoras, bongoes, cajón, percusión menor, trombones, bajo, baby bass, piano, teclados, voces y coros. Formato orquestal contiguo al combo cuya resonancia se sustenta en los tumbaos del piano, riffs de los trombones, ataque de timbal/ tumbadoras/batería y coaliciones vocales guaguancoseras/pregoneras accedidas en improvisaciones y estribillos coral contiguos al son montuno oriental.
Doce piezas de jaculatoria bailable. Inicia el guateque con “No cabe duda” (Bayron Ramos): amarres en ancladeros vanvaneros y prosodia songuera puntualizada por trombones y percusión. Paso a un son/timba, “Conmigo no” (Bayron Ramos) de reflujos enmarcados en locuciones que hacen referencias a Manolito Simonet en los clústeres montuneros del piano y el repique changüisero de los bongoes en algunos pasajes. Gracejo dicharachero en “Quimbombó” (Janes/Zamora): “Yo me baño con quimbombó/ y a mí lo que tú digas me resbala”, reza el estribillo de esta timba pespunteada en siluetas guarachera con riffs de los trombones en el mambo en dialogo desafiante con las percusiones. Tres composiciones en el primer cuarto del programa del álbum en las que Timbalive pone las cartas sobre la mesa de manera concluyente: corroboración de sus cualidades como la mejor orquesta de música bailable cubana en Estados Unidos.
“Tú quieres lo que quiero” (Bayron Ramos): reflujos caribeños en señas de plena y bomba que la vocalista Yezi González glosa con sabroso fraseo. “Ese atrevimiento (Homenaje a Irakere)”, de Ricardo Díaz Fresneda: suculento guaguancó en el que Coky García se luce en el quinto. Una pieza del cantautor Amaury Gutiérrez, “Que ganaría yo” entra con marcas de latin pop contiguas al songo formeliano para rematar con un sensual montuno. “Lo que se da no se quita” (Ramos/Monterecy/García): fonología vanvanera con resquicios soneros, incursiones raperas y walking bass en derroteros de funk. “Tú eres La Candela” (Bayron Ramos): resonancias de NG, La Banda en costuras de timbaton, coqueteos raperos y ciertos gestos de Paulito FG. (Composición con el más provocador bordón rítmico: “Ya lo tengo to cuadrao/ Vengo con nuevo tumbao/ Tengo a Miami en tremendo estrés/ Y a Europa al revés”.
El CD se empina por caminos de timba dura en las últimas tres pistas: “¿Dime con qué? (Bayron Ramos): groove formeliano, intermitencias portorriqueñas, citas melódicas, apuntes guaracheros y pregones de reggaetón; “Welcome Felicidad” (Damián Janes): atisbo de rockason que hacen referencia a Habana Abierta en prosodia de instigador timbaton; y “Estoy como que loco” (Bayron Ramos) con intervención de Rick Meléndez. Suculentos riffs de los trombones, clústeres de piano en fonología de timbaton y bajo funkero. Con la Música Cubana NO!: muestrario que pone de manifiesto el patrimonio sonoro de la timba y sus variantes. Timbalive en axiomática madurez orquestal. Quien no baile con esta nueva producción del piquete capitaneado por el percusionista Leo García es porque tiene en los pies a un gallego sordo.