Estrechísima visión de lo que ocurre en México

Humberto Musacchio

La Suprema Corte de Justicia de la Nación (la Corte) ignora lo que pasa en el país. Alguien debería avisar a los señores ministros que el Estado mexicano afronta su más severa crisis del último siglo y que el menosprecio por la realidad pone en mayor riesgo el orden general y puede llevar a una muy seria confrontación con los ciudadanos.

Con una estrechísima visión de la ley y de lo que ocurre en México, la Corte rechazó la demanda del PRD y de Morena para que se realice una consulta pública en torno a la reforma energética, arguyendo que se trata de un asunto de pesos y centavos que está expresamente fuera de los temas en torno a los cuales se puede pedir opinión a los ciudadanos.

El Supremo Tribunal —así la apodan— tampoco dio curso a la petición del PAN para preguntar a los mexicanos si creen que los salarios son suficientes, lo que suena a burla, e igualmente desechó otra solicitud del PRI que se proponía recabar la opinión de los electores sobre el número de integrantes del Congreso de la Unión, como si no se supiera que ahí abundan los aviadores, los mudos y los dormilones.

Las demandas del PAN y del PRI se presentaron ante la Corte como parte de una maniobra distraccionista, pues ambos partidos actuaron como cómplices al aprobar la reforma energética, pero sus demandas ante el Poder Judicial le permitirían a los ministros vestirse con una toga de imparcialidad que por supuesto no tienen.

Con esa coartada, la Corte, echando mano de argumentos de abarrotero, rechazó enterarse siquiera de lo que pensamos los mexicanos sobre la reforma energética, golpe antipatriótico al patrimonio nacional. Como en los viejos tiempos, el Poder Judicial actuó como un poder subordinado a las políticas del Ejecutivo, a las que se sometió vergonzosamente, como si no estuviera en juego el presente y el futuro del país. Pero además, lo ha hecho en un momento en que crece la repulsa a los órganos del Estado, absolutamente incapaces de ofrecernos seguridad para nuestras personas y nuestros bienes, en días en que el gobierno no gobierna y ni siquiera es capaz de localizar a los 43 muchachos secuestrados por policías de Iguala y Cocula.

Con su actuación, la Corte le echa combustible al fuego de la inestabilidad, sin entender que con su abulia y su burocratismo se juega incluso su existencia, pues muchos mexicanos ya no creen en sus autoridades ni en las instituciones, que se han puesto en entredicho por su ineficacia. Pero cada uno de los ministros habrá pensado que todo se vale, con tal de seguir cobrando medio millón de pesos al mes. Pero se trata de un mal cálculo, pues en México está por cerrarse una etapa de ignominia.