Al gobierno
La violencia jamás resuelve los conflictos,
ni siquiera disminuye sus consecuencias dramáticas.
Juan Pablo II
Carlos Alberto Pérez Cuevas
La situación se descompone cada vez más; horrorizados los mexicanos no damos crédito a lo que sucede y si a esto sumamos que en la era de las nuevas tecnologías cualquier suceso se vive prácticamente en tiempo real en cualquier parte del mundo, así es como millones de personas saben lo que sucede en México; la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, los 22 ejecutados en Tlatlaya y cientos de hechos diarios en todo el país son la nota mundial.
El país se encuentra sumido en una de las crisis de inseguridad más graves del sexenio y de muchas décadas; pero es una crisis con peculiaridades que son dignas de análisis, muchas de las circunstancias previas prendieron focos amarillos y después rojos que nadie vio, ni pusieron en alerta a las autoridades; las municipales corrompidas y en muchos casos coludidas y haciendo el trabajo sucio de las bandas criminales; las estatales se hicieron de la vista gorda, tapando complicidades municipales; las federales metidas en la nube de las reformas, muy importantes, pero sobreevaluadas y desgastadas por el exceso de publicidad en sus beneficios que no son de corto plazo, y minimizaron lo sucedido día con día en el ámbito local.
La información que dio a conocer el procurador general de la república, sobre la barbarie humana cometida por los delincuentes contra los estudiantes desaparecidos, asesinados y calcinados, reducidos a cenizas, da cuenta de la degradación total y absoluta de personas que sin escrúpulos y sentimientos humanos se han vuelto bestias despiadadas y crueles, es más, me atrevo a afirmar que las bestias presentan más rasgos de compasión que estos delincuentes.
Los padres de los normalistas dudan de la autoridad federal y exigen pruebas, para ellos sus hijos están vivos y no creerán lo contrario hasta que se les presenten los cuerpos al menos, o al menos más elementos de convicción que permitan paliar su dolor y asimilar que ya no están.
Preocupante la mezcla peligrosa entre la exigencia de un legítimo derecho de los padres a exigir justicia y que ha encontrado eco en muchos sectores de la sociedad, exigencia válida derivada a su vez en marchas y manifestaciones para exigir que la autoridad resuelva de fondo este caso; y la agenda de anarquistas e interesados en incendiar el país con violencia extrema, generando odio y rencor, montados en hechos de dolor y manifestaciones válidas, hacen destrozos y aprovechan para vandalizar todo a su paso, así al gobierno el país poco a poco se le está yendo de las manos.
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