Sara Rosalía
Cumple el Museo de la Ciudad de México 50 años. En 1964, Salvador Novo, el poeta de Contemporáneos, el cronista de la ciudad de México, el de la prosa nova impartía ahí su clase sobre la historia de la ciudad. Había comenzado en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM por dar la clase de Teatro Inglés, en la cual nos leía en voz alta con su inglés perfecto Cocktail Party de T. S. Eliot o Que no quemen a la dama de Christopher Fry. De repente dejó la clase y nos invitó al curso sobre la ciudad de México, pero sólo unos cuantos lo seguimos hasta Pino Suarez 30, donde estaba el Museo de la Ciudad de México que era una especie de sucursal de La Capilla, en Madrid 13. Cuando lo seguimos al Centro empezó a referirse a nosotros como “mis alumnos”, no los Harpíos, aclaraba, esos son los de teatro. Una vez, Héctor Gómez me enlistó a los Harpíos hasta donde se acordaba, pero se me ha borrado su enumeración. En el Museo nos leía los textos de Cervantes de Salazar, de Rivera y Cambas, del Archivo General de la Nación y, por supuesto, La grandeza mexicana, de Bernardo de Balbuena. Lo escuchábamos Luis Terán, con quien luego escribió un libro; Miguel Capistrán que se convirtió en lo que hoy llaman “su asistente”; a mí me encomendó su biografía que nunca escribí. Los otros alumnos eran Roberto Páramo, a quien René Avilés llama el mejor prosista de su generación y Reyna Barrera, quien años después, publicó Salvador Novo, navaja de la inteligencia.
Los festejos por el cincuentenario
El Museo de la Ciudad de México festeja sus 50 años con tres exposiciones. Azul de lontananza que se dedica a Joaquín Clausell y sus contemporáneos, con obras de Clausell, y de Diego Rivera, Dr. Atl, Severo Amador, María E. Ibarrola y Alfredo Ramos Martínez, entre otros. La otra exposición está dedicada a Francisco Guerrero y Torres, quien construyó la casa de los Condes de Santiago de Calimaya que alberga al Museo. Pedro Ramírez Vázquez, que remodeló el recinto, es el tema de la tercera exposición. El actual director es José María Espinasa y la biblioteca lleva el nombre de otro cronista, el de Guillermo Tovar y de Teresa.
