El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, dijo este miércoles que quiere “continuar las negociaciones” de paz con las FARC en Cuba, suspendidas por su Gobierno el lunes por el secuestro del general del Ejército Rubén Darío Alzate en el noroeste del país.
“Necesitamos deponer las armas y la violencia, y ese conflicto armado necesitamos terminarlo, por eso yo espero que este impasse que se ha presentado en La Habana se resuelva pronto”, dijo en un acto en la localidad de Ataco, en el departamento del Tolima (centro), donde pidió el apoyo de Cuba y Noruega, países garantes del proceso de paz, para resolver la situación.
Hoy se cumplen dos años exactos desde el inicio de la negociación entre el Gobierno y las FARC en La Habana, unos diálogos en los que, según Santos, se han conseguido avances que nunca antes se habían logrado en los procesos anteriores que “por diversos motivos fallaron y fracasaron”.
El jefe de Estado consideró que esos procesos pudieron fallar porque “tal vez faltó voluntad política” o porque no se dieron las condiciones necesarias, algo que sí debe darse en este caso para conseguir que el conflicto armado que vive Colombia desde hace más de 50 años llegue a su fin.
Además, agradeció al embajador de Noruega, Lars Vaagen, presente en el acto, así como a las autoridades cubanas su mediación, porque conseguir retomar los diálogos y que estos conduzcan a la paz es una añoranza compartida por todos los colombianos, “queremos continuar las negociaciones para terminar esta guerra que nos ha desangrado a todos los colombianos”.
Santos también aprovechó el evento para destacar que la superación del conflicto armado es más que la firma de un acuerdo en La Habana y que debe encaminarse con la implementación de políticas en el país conducentes a conseguir una mayor equidad, reparación de víctimas e impulso económico.
El presidente señaló algunas de las políticas desarrolladas por su Gobierno en materia de logística, educación, reparación de víctimas y combate a la pobreza que, en su opinión, son ejemplo de esa voluntad de construcción de paz.
Asimismo, recordó que antes de iniciar el proceso de paz muchos les advirtieron que no lo iniciara porque iba a “tener muchos enemigos y sinsabores” y le recomendaron que mantuviera la labor que realizó como ministro de Defensa “simplemente administrando la guerra”, aunque, aseguró que prefirió optar por la paz.
“Más pronto que tarde llegaremos a ese destino. No importan los obstáculos, las tempestades o los enemigos, llegaremos al puerto de destino que es una Colombia en paz”, concluyó Santos.
Las FARC piden armisticio
Por su parte, el grupo guerrillero afirmó que la negativa del gobierno de Colombia a aceptar una tregua bilateral durante las negociaciones de paz condujo a la captura del general, y propuso acordar un armisticio.
“No es admisible que quien declara la guerra sin cuartel, en medio de ella pretenda que no se le toquen a sus soldados y generales”, dijo el jefe negociador de las FARC, Iván Márquez, quien indicó que desconocía si existían contactos para lograr la liberación del general Rubén Alzate y sus dos acompañantes.
“El gobierno, habiendo ordenado arreciar la ofensiva contra la insurgencia, cuando recibe golpes que involucra la captura de prisioneros, tal como ocurrió con los dos soldados de la fuerza de tarea Quirón o como sucedió con la captura por fuerzas guerrilleras del comandante de la fuerza de tarea Titán, general Rubén Darío Alzate, de manera impulsiva e inconsecuente suspende las conversaciones”, expresó Márquez.
Al consultarle si hay gestiones en curso para la liberación de Alzate y sus acompañantes, Márquez respondió “Nosotros no tenemos conocimiento de eso, es posible que se estén dando en otros lugares, o en otras instancias”. “No corresponde a esta delegación de paz manejar esos detalles”.
Márquez indicó que una gestión para conseguir la liberación del general y sus acompañantes “desde luego debe involucrar tanto al gobierno nacional como a las FARC a través de su comandante, Timoleón Jiménez”.
Y llamó a Santos a acordar un “armisticio”, el que definió como un “preámbulo de acuerdos finales” de paz entre el gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia FARC, la mayor guerrilla de ese país.
“El desescalamiento tiene que ser recíproco, bilateral, porque o sino no tendría mucho sentido, y para que se sientan sus efectos lo mejor es que los asuntos sean asumidos por las dos partes”, agregó.
El gobierno se ha negado a una tregua bilateral, propuesta por las FARC desde el mismo día que partieron las negociaciones en La Habana, el 19 de noviembre de 2012, al afirmar que ésta sería aprovechada por las FARC para fortalecerse militarmente.