Bernardo González Solano
Hace 166 años el mundo vivía tiempos borrascosos, como ahora sucede en México y en muchas otras partes del planeta. Nada novedoso. A consecuencias de lo mismo, dos amigos —Karl Marx y Frederich Engels— publicaron un libro que sería histórico, el Manifiesto del Partido Comunista, la “nueva concepción del mundo” comentara Vladimir Ilich Lenin, cuyas primeras líneas dicen: “Un fantasma recorre Europa: el fantasma del comunismo. Todas las fuerzas de la vieja Europa se han unido en santa cruzada para acosar ese fantasma: el Papa y el zar, Metternich y Guizot, los radicales franceses y los polizontes alemanes”. A estas alturas del partido, al (che) Papa actual algunos de sus propios subordinados lo tachan de “comunista” y el zar ya no existe aunque otro Vladimir (Putin) pretende “resucitarlo”, y de Klemens von Metternich y de François Pierre Guillaume Guizot ni quien se acuerde. Ahora, el “fantasma” que trata de asustar al “populorum” y a las “clases gobernantes” es el populismo que navega por la libre en el Viejo y en el Nuevo continente, sin “manifiesto” que lo publicite. Por fortuna no ha nacido el Marx y el Engels “populista” que escriban el nuevo “manifiesto”, aunque los Chávez y los López Obrador ya han surgido como granos pestilentes que “aman tanto a los pobres que los multiplican”, como dice la juvenil politóloga guatemalteca, Gloria Alvarez, que desenmascara al populismo en Hispanoamérica.
A últimas fechas se habla mucho de populismo. En “la vieja Europa” (ya era vieja cuando Engels y Marx escribieron su manifiesto) se refiere a la derecha xenófoba francesa (dirigida por el clan Le Pen, Jean-Marie y su hija Marine), la británica y a la holandesa y de otras latitudes continentales y mediterráneas; en nuestras latitudes, al eje chavista venezolano, ecuatoriano, boliviano, nicaragüense y argentino (sin descontar a los panegiristas mexicanos que presumen de una izquierda desprestigiada que cobra con la derecha).
No tengo el espacio suficiente para analizar a fondo este fenómeno. Pero, el leridano José Alvarez Junco, historiador y catedrático emérito de Historia del Pensamiento y de los Movimientos Políticos y Sociales de la Universidad Complutense de Madrid, en su reciente artículo “Virtudes y peligros del populismo” sintetiza claramente el asunto: “Pero no hay que equivocarse. Aunque los dirigentes populistas se proclamen antipolíticos y exijan que el poder —hoy en manos de políticos profesionales— retorne al pueblo, ellos también son políticos. Quieren gobernar, quieren el poder. (Y vaya que lo quieren y lo buscan, BGS). Y cuando llegan a él, les molestan las cortapisas; no son de su agrado ni la división y el control mutuo entre poderes, propio de las democracias liberales, ni la existencia de una oposición crítica en la que su mandato se termine a fecha fija. Su lógica es, la verdad, impecable: si el poder es ahora del pueblo, ¿por qué limitarlo? ¿quién y en nombre de qué puede oponerse a la voluntad del pueblo? Es decir, que su vínculo privilegiado con el pueblo exige eliminar todo límite a su capacidad de acción. Lo cual abre un peligroso camino hacia la tiranía…Es imposible, en resumen, saber adónde puede llevar un movimiento de este tipo: su carencia de programa le permite seguir cualquier línea política…”
Sea como sea, el hecho es que la semilla populista cada vez más encuentra seguidores —que marchan ciegos tras el flautista de Hamelin que los conduce a las turbias aguas del río donde todos se ahogarán sin importarles su suerte—, allende y aquende el océano. Pero, también hay voces jóvenes que advierten el peligro de caer en las manos de estos irresponsables merolicos. El mes de septiembre último, la ciudad de Zaragoza, España, fue testigo de un discurso de una joven politóloga guatemalteca, Gloria Alvarez (Guatemala, 9 de marzo de 1985; hija de un padre de origen cubano y una madre descendiente de húngaro; titulada en Ciencias Políticas en la Universidad Francisco Marroquín; de la Universidad Georgetown, Washington y La Sapienza de Roma y de otros cursos universitarios en Bélgica; locutora y comentarista de radio), pronunciado durante el
primer Parlamento Iberoamericano de la Juventud al que asistieron jóvenes menores de 35 años de edad procedentes de 18 países. El discurso causó mucho impacto y ha sido consultado por la Internet por más de 400,000 internautas. Ya circula en las redes sociales de su país donde no todos sabían de su existencia.
Gloria Alvarez, se presentó en uno de los foros del Parlamento Iberoamericano de la Juventud, llamado “Democracia y Participación Política” en su calidad de directora de Proyectos y portavoz del Movimiento Cívico Nacional (MCN) de Guatemala, y precisó que “no somos, ni seremos un partido político”, al tiempo que habló de “desmantelar el populismo a través de la tecnología” agregando que “el debate de izquierdas y derechas es más utilizado por los populistas”.
Para la atractiva guatemalteca—que algunos han comparado con la guapa chilena Camila Vallejo, dirigente estudiantil, ahora diputada por el Partido Comunista en el Congreso que fue elegido en los comicios que ganó la candidata de la coalición de izquierda, Michelle Bachelet para su segunda presidencia—, “el populismo se encarga de desmantelar instituciones poco a poco y a reescribir Constituciones para poderlas acomodar a los antojos de los diferentes líderes corruptos que tenemos en Latinoamérica”, en clara alusión a varios presidentes —como los de Argentina, Ecuador, Bolivia y Nicaragua— que propiciaron cambios en sus respectivas Constituciones para continuar en el poder. Por esa razón, Alvarez apuntó: “Debemos denunciar las atrocidades que el populismo comete contra nuestras instituciones”, aunque también trajo a colación pasados gobiernos “que llevaron a una crisis que obligó a las poblaciones a recurrir a estos líderes”.
La joven guatemalteca, que ha conducido programas culturales de radio para promover la lectura como “La ciudad de los libros”, expuso en Zaragoza que una de las maneras de derrotar al populismo es por medio de la tecnología ya que los cambios de los países no van seguidos por la educación necesaria y por lo tanto la difusión de lo que realmente ocurre en cada uno de ellos. Su propuesta es que los avances tecnológicos, sumados al idioma en común de la zona, posibilitan el intercambio de idiomas.
Asimismo, agrega la especialista en relaciones internacionales, que se declara libertaria, atea y sin inclinaciones por la política activa, que la admiración que algunos sectores guatemaltecos profesan por los regímenes de Cuba y de Venezuela —algo que también ocurre en otros países centro y sudamericanos— “carece de razón y conocimiento, porque en Latinoamérica son pocos los que reconocen en el régimen chavista las atrocidades y las violaciones de derechos que se están cometiendo, porque lo único que pueden ver es que ahí la educación y la salud son gratuitos. Nada es gratis, todo viene pagado de algo, y cuando no hay institucionalidad ahí empieza la corrupción y un sistema que degenera virtudes”. Es más, agrega, “son muy pocos los guatemaltecos que reconocen que en Cuba un ingeniero civil prefiere trabajar de taxista”.
En fin, Gloria Alvarez dijo en el Parlamento Iberoamericano de la Juventud que “la tendencia populista juega con la necesidad de los pueblos para imponer una dictadura, anulando la dignidad de las personas, porque es una postergación de la pobreza, de la ignorancia y de mantener a los pueblos sometidos bajo la ilusión de que sólo los bienes materiales son los que importan a la hora de votar….El populismo ama tanto a los pobres que los multiplica”. Gloria Alvarez, una voz juvenil diferente. VALE.
