La batalla sobre Cuba entre demócratas y republicanos, que se han hecho con la mayoría en las dos cámaras, está en práctica. El presidente Barack Obama, al que le quedan apenas dos años de mandato, ha decidido acelerar y tratar de dar la vuelta a uno de los conflictos más largos que mantenía su país: las relaciones con el régimen de los Castro, rotas poco después de la revolución que encabezaran Fidel y sus hombres en 1959.

El anuncio hecho por Barack Obama y Raúl Castro de que ambos países normalizarán sus relaciones diplomáticas no ha caído nada bien entre los republicanos y la línea más dura de la oposición cubana asentada en Estados Unidos, que no esconde la que para ellos supone una victoria de La Habana sobre Washington.

Florida, tradicional refugio de un importante número de cubanos que huyeron de la dictadura, ha manifestado importante descontento tras el anuncio de la iniciativa presidencial, en la línea más progresista impulsada por medios como el diario The New York Times; un cambio de presos hubiera sido suficiente para el grueso de los exiliados en Miami, pero no, Obama fue más allá de lo deseado por muchos de ellos, que tacharon al presidente de “cobarde” o “traidor”.

Jorge Luis García Pérez “Antúnez”, líder opositor cubano en Miami, aseguró que la decisión de Barack Obama de restablecer relaciones diplomáticas es una “traición” que deja “indefensa” a la oposición interna.

En una conferencia de prensa, arropado por miembros de la Asamblea de la Resistencia Cubana, “Antúnez” dijo que “el régimen de Cuba se va a sentir más fortalecido” tras el acercamiento entre ambos países y lamentó que esa medida no beneficie a los ciudadanos que residen en la isla caribeña, “Obama se ha aliado con los represores de nuestra nación y los asesinos de nuestro pueblo”.

Uno de los arietes republicanos en salir primero a la palestra, como era de esperar, ha sido el senador de origen cubano Marco Rubio, con aspiraciones de convertirse en presidenciables en la elecciones de 2016, “tengo planeado usar todas las herramientas a nuestra disposición como mayoría, para revertir la mayor cantidad posible de estos cambios”.

Otro de los actores políticos pesados de los republicanos, Jeb Bush, criticó la nueva “extralimitación de la autoridad ejecutiva” de Obama y acusó al presidente de “recompensar a los dictadores cubanos” que almacenan un “historial catastrófico” de violación de los derechos humanos.

Por su parte, el diario The Washington Post ha considerado que la normalización entre EU y Cuba representa un tanque de oxígeno al régimen castrista, en momentos en que enfrentaba pocas expectativas políticas y económicas.

El rotativo, a menudo defensor de las políticas del mandatario, dijo que con la apertura de embajadas en sus respectivas capitales, Obama dio a La Habana “un amplio auxilio financiero”. “Obama puede seguir afirmando que ha desmantelado una política fallida de más de 50 años; lo que ha hecho realmente es darle a un régimen fracasado de 50 años nueva vida”.

El “número dos” del Vaticano, el cardenal Pietro Parolin, expresó su deseo de que el histórico acuerdo entre Cuba y EU sea un modelo para otras situaciones en conflicto en América Latina.

El secretario de Estado de la Santa Sede, uno de los artífices concretos del inicio en la normalización de las relaciones diplomáticas entre ambos países, se dijo convencido de la influencia positiva que este acuerdo tendrá en toda la región.

“Lo creo porque evidentemente un paso de esta naturaleza tendrá seguramente reflejos positivos en toda el área latinoamericana y lo espero porque existen situaciones que necesitan encontrar un mejoramiento, una solución”, expresó.

El anuncio de ambos mandatarios, Barack Obama y Raúl Castro, ha significado una sorpresa internacional; para muchos es un gran paso al alivio de uno de las más largos conflictos de Latinoamérica, otros no lo ven con buenos ojos.

(Con información de El Universal y ABC España)