Bernardo González Solano

Se dice que “el crimen no paga”, el hecho es que la “delincuencia organizada” —y la que no lo está, también—, es más rampante que nunca y, por lo que toca al terrorismo, según la revista Forbes Israel, en el ranking de los 10 grupos terroristas más ricos del mundo se encuentran movimientos de índole yihadista como el Estado Islámico (EI) que anualmente recibe 2,000 millones de dólares, seguido del palestino Hamas (en la Franja de Gaza), con 1,000 millones y Hizbulá (El Partido de Dios, avecinado en el Líbano) con 500 millones de dólares.

Es decir, el dinero no solo mueve al mundo, sino también al terrorismo. Y, según esta lista, el EI “es el grupo terrorista más rico de todos los tiempos”, por lo que la coalición de más o menos 40 países encabezados por Estados Unidos de América (EUA) no tiene una tarea fácil en su empeño por derrotar al redivivo Califato que dirige el “poderoso” Abu Bakr al Bagdadi que, por el momento, tiene suficientes recursos monetarios para pagar a sus fanáticos activistas, comprar armamento moderno (todo mundo reza para que no consiga artefactos bélicos nucleares que podría conseguir en el mercado negro de las armas), montar campos de adiestramiento militar y garantizar, como cualquier otra “empresa”, el gasto diario.   

Fuentes de inteligencia israelí y del Tesoro de la Unión Americana, informan que el EI o “Daesh” (acrónimo del Estado Islámico en árabe), controla el 60% de las reservas petroleras en Siria y de siete refinerías de gas y petróleo en Irak. No obstante que comercializa el oro negro en el mercado ilegal con un descuento del 40% —al 75% del precio normal—, la organización terrorista recibe de uno a tres millones de dólares diarios. Nada mal para una asociación islámica que además enriquece sus arcas con dinero procedente de secuestros, donaciones de organizaciones islamistas, “impuestos” y “multas” exigidos a los desafortunados habitantes de las zonas que controla, robo y venta de valiosas piezas antiguas y atracos; todo ello forma parte de las maneras que usa la milicia que pretende reinstaurar el califato islámico de otros tiempos.

Por eso, Ian Bremer, presidente de Eurasia Group —la consultora más grande del mundo en riesgos políticos fundada en 1998, con oficinas en New York, Washington,  Londres y Tokio, con una nómina de 150 empleados de tiempo completo y 500 expertos en 90 países—, y profesor de investigaciones globales en la New York University, en un reciente análisis afirma: “El Estado Islámico es ya la organización terrorista mejor financiada y más peligrosa de la historia. Si no se contiene, pondrá en peligro el futuro de Irak y tal vez arrastre a la guerra a todo Oriente Próximo. Su ascenso crea nuevas amenazas para Occidente y es un desafío que va a poner a prueba el liderazgo de Estados Unidos y la voluntad de colaboración de unos gobiernos con pocas cosas en común aparte de una profunda preocupación por lo que estos terroristas puedan hacer a continuación…El EI puede llegar a ser también una amenaza para todo Oriente Medio porque el grupo atrae a reclutas de toda la región que algún día volverán a sus respectivos países para enfrentarse a sus propios gobiernos…Al principio (el EI) servía a los intereses de los gobiernos suníes de la región empeñados en desestabilizar al gobierno chií de Irak para que Irán no tuviera un aliado poderoso. Hoy constituye un gran problema que puede acabar arrastrando a las potencias de la zona a una guerra indirecta cada vez más peligrosa…EI es también una amenaza para Occidente, porque, como hemos sabido en las últimas semanas, un número aterrador de sus miembros poseen pasaportes europeos y algunos estadounidenses”.

Por su parte, el jeque Mohamed bin Rashid Al Maktum, vicepresidente y primer ministro de los Emiratos Arabes Unidos y gobernante de Dubai, en su escrito “La batalla intelectual contra el Estado Islámico” que publicó el mes pasado en algunos periódicos europeos, dice: “En la crisis actual del extremismo debemos reconocer que somos igual de interdependientes para nuestra seguridad, como resulta claro en la lucha contra el Estado Islámico…Para evitar que el EI nos haga entender por las malas debemos reconocer que no podemos extinguir los fuegos del fanatismos exclusivamente por la fuerza…EI puede ser derrotado militarmente…pero la contención militar es solo una solución parcial…Semejante solución debe comenzar con una voluntad política internacional concertada…EI ha reclutado a miembros de al menos 80 nacionalidades…EI es una organización bárbara. No representa el Islam ni los valores más básicos de la humanidad. Aún así ha surgido, se ha extendido y ha resistido a los que se oponen a ella. No estamos luchando contra una organización terrorista, sino contra  la encarnación de una ideología maligna que se debe derrotar intelectualmente…Yo considero que esa ideología es el mayor peligro que afrontará el mundo en el próximo decenio. Sus semillas están germinando en Europa, Estados Unidos, Asia y otras zonas. Con sus retorcidas connotaciones religiosas, esa franquicia de odio está a disposición de cualquier grupo terrorista que quiera adoptarla. Entraña la capacidad para movilizar a miles de jóvenes desesperados, vengativos o airados y los utiliza para atacar los cimientos de la civilización…Solo una cosa puede detener a una juventud suicida que está dispuesta a morir por el Estado Islámico (que tiene acceso a la tecnología, las finanzas, una base territorial enorme y una red yihadista internacional): una ideología más sólida que la guíe por la senda correcta y la convenza de que Dios (sic) nos creó para mejorar nuestro mundo, no para destruirlo”.

A estas alturas no se conoce con exactitud el número de milicianos yihadistas del EI. Aparte de los horripilantes videos del EI dados a conocer por vía Internet, en los que reproducen el cobarde degüello de rehenes extranjeros —estadounidenses, ingleses, franceses, incluyendo a jóvenes católicos convertidos al islamismo para realizar trabajos humanitarios— que presuntamente cometieron milicianos originarios de países occidentales, Daesh aprovecha las nuevas tecnologías.

Para que nada falte, cuerpos de inteligencia de varios países han detectado aproximadamente unos 10,000 sitios web en el mundo relacionados de una u otra forma con el radicalismo yihadista (la guerra santa en contra del infiel). Este número es espectacular si se sabe que en 1998 tan solo se registraban 12 web con este tipo de contenido integrista. Dicho de otra forma: es la yihad global que no se detiene ante ninguna frontera y elude muchas veces la colaboración internacional. No todos los sitios son utilizados por los terroristas operativos, pero sí un elevado porcentaje y el resto difunden contenidos radicales que sirven para reclutar, mediante un progresivo proceso de adoctrinamiento, futuros muyahidines. Las redes yihadistas distribuyen videos, declaraciones y producciones a través de cuentas particulares y perfiles que controlan una serie de fundaciones vinculadas a Al Qaeda o el Estados Islámico o Daesh.

Aunque voceros estadounidenses aventuran un cambio de dirección en la guerra contra el EI, otros afirman que la lucha va a extenderse probablemente durante “varios años”. Perspectiva que la organización terrorista comparte, pues anunciaron que van a acuñar su propia moneda —dinares— de oro, plata y cobre, más acorde con su “proyecto de recrear el califato que gobernó en Oriente Próximo a la muerte de Mahoma, hace 14 siglos” y para separar, aún más, su “economía” de las “economías tiránicas de Occidente”. El problema del EI no terminará mañana. VALE.