Entrevista a Ana Leticia Carpizo/Subdirectora

 

 

 

Jacquelin Ramos

 

Una de las principales funciones de un museo es la de difundir, a través de diferentes medios y estrategias, sus acervos para que sean del conocimiento del público coadyuvando a preservar la memoria histórica de nuestra nación. El Museo Nacional de San Carlos, el cual alberga una parte significativa de la herencia artística de la Antigua Academia de San Carlos, además de ser depositario de una amplia colección de arte europeo que adquirió en diferentes épocas, se ha dado a la tarea de sacar de la bodega sus más grandes tesoros, consciente de la enorme importancia artística e histórica que engloba su acervo.

Aunque la colección del museo comienza en el siglo XIV, en esta ocasión la investigación se concentró en una relectura de su acervo correspondiente al siglo XIX y principios del XX, seleccionando 86 joyas entre las que destacan pinturas —algunas tenían más de 10 años de estar embodegadas—, esculturas, dibujos, relieves, frisos arquitectónicos, así como fotografías, documentos y medallas para mostrar al público.

Neoclasicismo, romanticismo y realismo

La amplia exposición El Museo Nacional de San Carlos revela sus tesoros sin duda alguna permite realizar un paseo por más de un siglo de creación artística, lapso en el que aparecieron tres principales manifestaciones artísticas: el neoclasicismo, el romanticismo y el realismo, corrientes representadas en esta muestra, concebidas con la firme intención de aportar algo más que la tradicional forma de ver y presentar el arte, al proponer una manera propia de conocer, disfrutar y, sobre todo, de pensar el arte, así lo señaló en entrevista a Siempre! Ana Leticia Carpizo, subdirectora del Museo Nacional de San Carlos.

¿Por qué decide el Museo Nacional de San Carlos sacar sus tesoros?

Nosotros decidimos sacar estos tesoros porque el museo, que cuenta con más de 2016 piezas, de pronto no cuenta con la oportunidad de reunirlas en una sola exposición y esto es una tarea que se está haciendo en el Instituto Nacional de Bellas Artes, de revisar los acervos; aquellos museos que tenemos colecciones importantes es una obligación revisarlos.

El Museo Nacional de San Carlos tiene una colección desde el siglo XIV a principios del siglo XX, sin embargo la colección del siglo XIX y principios del siglo XX es muy importante para nosotros porque es realmente la que le dota de emisión a este recinto.

En el edificio donde está alojado el museo es atribuido a Manuel Tolsá, el arquitecto valenciano cuyo estilo neoclásico se inscribe en el periodo del siglo XIX. Nosotros recibimos el nombre de San Carlos precisamente porque Tolsá fue miembro de la Academia de San Carlos —fue director del área de Escultura de la Academia— y de los miembros más notables que hemos tenido en ese sentido en nuestro país. Es así como tenemos una gran colección, parte de la Academia de San Carlos, y además de arte europeo.

Esta selección la empezamos de atrás hacia adelante, para precisamente dar una lectura del tipo de obra que tenemos y que pertenece a los representantes de la Academia de San Carlos del siglo XIX, con piezas como retratos, bajorrelieves, escultura, grabados, óleos, además de la colección que el Estado ha adquirido a través de los años para este recinto, con piezas de figuras del arte internacional de suma importancia.

¿De qué se trata la exposición?

Con esta exposición, en primer lugar, mostramos el amplio acervo decimonónico y de principios del siglo XX de Museo de San Carlos. Y en segundo sitio presentamos un panorama general de los procesos estéticos de la plástica europea.

La exposición está integrada por alrededor de 50 cuadros y esculturas, sin embargo, la lista de obra aumenta sustantivamente porque tenemos una muy buena colección de documentos y fotografías de la época de la academia, te hablo por ejemplo del pasaporte de Pelegrín Clavé, que fue director de la Academia de San Carlos y artífice de la compra de muchísima de la obra que llegó a la Academia de San Carlos, y que después se transfirió a este Museo Nacional de San Carlos. Tenemos un cuadro importantísimo de nuestras galerías que es el de Isabel de Portugal junto con su pasaporte y el contrato con el que piden hacer dicho cuadro. Además de unos álbumes que encontramos en nuestra biblioteca, como parte del acervo relevante documental pertenecientes a Pelegrín Clavé y su esposa, y de figuras de la época como Eugenio Landesio, que también fue maestro de la academia, entonces en sí, la lista de obra se extiende a casi 90 piezas.

Pensar el arte

Es un paseo por más de un siglo de creación artística, periodo en el que aparecieron tres de las principales manifestaciones artísticas: el neoclasicismo, el romanticismo y el realismo, corrientes representadas en esta muestra, y concebida con la firme intención de aportar algo más que la tradicional forma de ver y presentar el arte, al proponer una manera propia de conocer, disfrutar y, sobre todo, de “pensar el arte”. Además es una muestra que nos transporta a través del devenir artístico a una Europa que se reinventaba a cada momento.

¿Cómo está integrado el guión curatorial de la muestra?

La exposición esta dividida en núcleos: El pasado en imágenes: la historia y la Biblia en la estética decimonónica; El retorno a la espiritualidad: fe y misticismo en el siglo XIX y XX; De paisajes y marinas: la naturaleza como fuente de inspiración; De retratos y retratados: un reflejo de la sociedad decimonónica, y El arte de lo cotidiano: la representación de la realidad. Además se cuenta con un núcleo donde se da una introducción sobre lo que fue la Academia de San Carlos con fotografías de los alumnos propiamente y dónde está ubicada, que sigue estando atrás de Palacio Nacional , tipos y escenas cotidianas.s de la Academser hoy enemos acervos importantes . Ustedes pueden ver que el afán de esta exposición es mostrar la obra, pero también mostrar su origen.

Por otro lado, con respecto del apartado dedicado a las marinas, es un género que pocas veces damos a conocer en el Museo Nacional de San Carlos. Destacan las Barcas de Gedovius, y Luz de luna en Bayona del español Guillermo Gómez Gil.

En la sección dedicada al retrato, podremos decir que la regla de decoro de la época permitía a los pintores ayudar al personaje si era un poco feo, porque al final de cuentas el retrato reflejaba su posición social. Esta forma de pensar contrasta con el autorretrato de Gedovius, que es de lo más realista.

¿Cuáles son algunos de los artistas y sus obras que están presentes en la muestra?

Tenemos grandes obras de grandes artistas, como Eugenio Landesio, Károly Marko, Pierre Ribera y Germán Gedovius que dan cuenta del pensamiento estético de su tiempo, una de estas piezas es el Episodio del diluvio universal pintada en 1850 por Francesco Coghetti, que estuvo en el Munal y que viajó también a Guadalajara y que ha sido una pieza estrella del Museo. Lo digo porque esta pieza precisamente cumple con los requerimientos del neoclásico, la paleta en colores mórbidos blancos, los rostros perfectos como era la Academia, en un realismo que conmueve, una posibilidad de que el espectador pueda ver la muerte y el agua.

Contamos también con un cuadro que es parte del movimiento neoclásico francés del siglo XIX, la pieza San Juan Bautista niño atribuida a Jean Auguste Dominique Ingres, que como ustedes verán es realmente un prodigio, ya que se le conoce más bien decapitado, pero no como este joven andrógino. Junto al cuadro se exhibe un dibujo para que se vea cómo las piezas clásicas tenían sus copistas.

Se van a topar con piezas únicas como La batalla de Malakoff de Hippolyte Bellangé o con copias por ejemplo de Rembrandt, de un cuadro original que está en el Museo de Louvre, porque los alumnos solían hacer este tipo de copias, hacer una serie de ejercicios académicos que nosotros ahora resguardamos, como ese alto relieve.

Conocer nuestro pasado

¿Por qué es fundamental mostrar al espectador la producción plástica de los siglos XIX y principios del XX?

 

Esta exposición —y siempre me refiero también al Museo Nacional de San Carlos— nos demuestra que para entender el arte contemporáneo tenemos que conocer quiénes fueron nuestros abuelos y nuestros tatarabuelos para tener identidad, hay que conocer muy bien el pasado, uno no puede ser hoy si no sabe que sucedió ayer.

Entonces queremos que el espectador conozca la historia de esta importante producción del siglo XIX y XX, que como se mencionó es el inicio de relectura del Museo Nacional de San Carlos, tomando como base la misión que nosotros tenemos de mostrar todo este acervo.

Queremos mostrar toda la investigación que se concentró en las centurias del XIX y XX, porque el primero va a ser un siglo de muchos cambios: termina la Revolución Francesa, se da a conocer el ferrocarril, ya está muy en boga la Revolución Industrial y el artista comienza a tener un lenguaje propio, no nada más reproduce escenas ideales griegas y religiosas, sino que ya pinta lo que pasa a su alrededor.

Nosotros invitamos a la gente a que recorra con muchísimo cuidado la exposición porque de verdad se van a topar con obras muy relevantes, obras que no salen fácilmente de bodega. Deseamos que perciban que un museo es un teatro de formas, de discurso y, como siempre he dicho, cada cuadro nos cuenta una historia, es una narrativa, para ser leída con detenimiento.