El PAN pagará en las urnas el berrinche

Humberto Musacchio

A Margarita Zavala le cerraron el paso los maderistas. No pudo entrar en la lista de candidatos a diputados plurinominales del PAN en la que sí figuran Miguel Ángel Yunes Linares o Ulises Ramírez, personajes que lejos de despertar las simpatías del electorado, son de esas figuras que contribuyen al desgaste de un partido que está pagando los costos de la docena trágica.

Yunes militó largo tiempo en el PRI, del que salió indignado porque no logró ser candidato de ese partido a la gubernatura de Veracruz, pese a que se le reconocen servicios como aquella trampa en que cayó Cuauhtémoc Cárdenas, a quien en el puerto jarocho le cayeron —literalmente— varios homosexuales que tenían la consigna de pasarse de cariñosos con el entonces candidato del Partido de la Revolución Democrática.

Frustrado su deseo de llegar a la gubernatura veracruzana como candidato del PRI, encontró una madrina generosa en Elba Esther Gordillo, quien a la llegada del panismo a la Presidencia de la República le consiguió hueso a su protegido como director del ISSSTE, donde no entregó buenas cuentas, y posteriormente logró que fuera candidato de Acción Nacional al Poder Ejecutivo de Veracruz, para acabar perdiendo la elección.

Ulises Ramírez es otra de esas piezas que chapotean con gusto en aguas lodosas. De su paso por la alcaldía de Tlalnepantla, lo único que se recuerda es el inmenso agujero presupuestal que dejó a su sucesor. Líder del grupo de diputados federales panistas y antes senador, Ramírez no brilla por sus iniciativas políticas, sino por su relación con las corruptelas que tanto daño han hecho al partido fundado por Manuel Gómez Morin.

El grupo de Gustavo Madero se lleva carro completo, pero con algunos pasajeros indeseables, además de los citados. El líder panista con licencia cobró venganza por viejos agravios de Felipe Calderón y su pandilla, pero los costos pueden ser excesivos. En su afán de llevárselo todo, Madero dejó fuera de la lista de plurinominales a Margarita Zavala, una mujer que, aparte de ser esposa de quien es, cuenta con carrera propia en el PAN.

Madero, Ricardo Anaya, el presidente interino del PAN, y una cáfila de políticos menores dejaron fuera a la señora que, más allá de preferencias y fobias, es un activo de su partido. El ejercicio de la política dicta que un dirigente no puede entregar todo su amor ni todo su odio a nada ni a nadie. El buen político es el que sabe tragarse los corajes y prefiere aliarse a su enemigo si es en beneficio del partido. Madero y Anaya, si sabían lo anterior, optaron por ignorarlo y pusieron por delante sus rencores. El PAN pagará en las urnas el berrinche.