NUESTRO TIEMPO
Mi selección es arbitraria
José Elías Romero Apis
La política real es la única en la que creo y esta sólo puede darse en un país real. Considero real, para efectos políticos, el país que tiene diversos factores que mencionaré sucintamente.
En primer lugar, un tamaño demográfico razonable, digamos más de veinte millones de habitantes. En los pequeños estados-ciudad hay algo parecido a la política pero no es política. San Marino. Mónaco o Liechtestein deben tener una política más parecida a la de un condominio que a la de un país.
En segundo lugar se requiere un nivel razonable de institucionalidad funcional. Los países muy rezagados en instituciones están, también, muy alejados de la funcionalidad política.
En tercer lugar, se requiere de un nivel razonable de libertades reales. En las dictaduras muy autoritarias, la política es un mero concepto literario pero no una realidad tangible.
Por último, se requiere de un nivel razonable de demandas sociales por satisfacer. En un país donde todo está resuelto, digamos en Suiza o en Noruega, la política es un lujo inexistente. Hay un gobierno de trámites pero no una política de Estado.
Mi arbitraria selección deja algo así como treinta países en todo el globo, entre ellos México. Con todas nuestras deficiencias de estilo, de eficiencia y hasta de seriedad es innegable que tenemos un ejercicio político más integrado que el casi todos los países árabes, africanos, asiáticos, oceánicos y la mayor parte de los latinoamericanos.
Ahora bien, en estos países-realidad, como el nuestro, lo ideal es tener buen gobierno y buena oposición. Lo catastrófico es que ambos sean pésimos. Lo intermedio es que sólo sirva uno de ellos. Si el gobierno es muy eficiente, no es tan grave la impotencia de la oposición. Pero si el impotente es el gobierno, la única salvación reside en la oposición.
La oposición es, incluso, de lo mejor que puede tener un gobierno. Ella lo impulsa ante sus negligencias, lo contiene ante sus excesos y lo guía ante sus extravíos. Es el mejor motor, el mejor freno y la mejor contraloría del gobernante. Le da lo que, muchas veces, no le surten ni los leales ni los serviles. Le informa de lo que él no advierte o de lo que no previene. Por eso es un riesgo que al mal gobierno, se sume la mala oposición.
Por ejemplo, el primer el gobierno mexicano de la alternancia fue inexperto e improvisado. No contaba con aquellas memorias, buenas o malas, que se llaman experiencia. No tenía los manuales, de aquellos no escritos, que le dan al gobernante la guía de solución para cada trance. De esa manera, cosechó el reproche y la desilusión. A ello contestó con el enojo y la desconfianza. En ciertos momentos todavía se sentía oposición.
La oposición, a su vez, también tuvo mucho de inhábil y desmañada. Le parecía poco elegante el ser insistente y terca, pero así tienen que ser las oposiciones. Le parece poco inteligente ser sencilla y clara. Pero así tienen que actuar las oposiciones.
Bueno que todo volvió a su lugar. Ahora, ojalá todos lo aprovechen para el bien superior de México.
w989298@prodigy.net.mx
twitter: @jeromeroapis
