Ricardo Muñoz Munguía
El cine, danza de imágenes que insertan ritmo espiritual y coraza contra la violencia, siempre es de valorarse plenamente. Y, sobre todo, cuando se construye de manera profesional sin escatimar en ninguna de sus letras, es triple su valoración, como es el caso del recién celebrado primer Festival Internacional de Cine de Mérida y Yucatán (FICMY).
Los diversos proyectos fílmicos del FICMY contienen una enorme carga social, expresiones culturales, historia. De ningún modo se dejó ver “rosa”, por el contrario, insertó temas que son heridas vivas en América Latina, como fue el caso de la película que abrió el Festival, Olvidados, de Carlos Bolado, que tiene que ver con lo que se llamó Operación cóndor, una operación conjunta entre país de América Latina con dictaduras y que sus objetivos eran las desapariciones forzadas y la tortura de luchadores sociales y, como mencionara Carla Ortiz, productora y protagonista de este filme, “no se trata de izquierdas o de derechas”, sino de mostrar “algo que quizá en mucha gente joven se desconoce”, en efecto, lo hace desde el dolor que provoca esa memoria, para “que no se repita más”.
El primer Festival Internacional de Cine de Mérida y Yucatán se llevó a cabo del 17 al 24 de enero. Sin duda, esta celebración no sólo inyecta fuertes dosis de ánimo para la gente del estado para acercarse, primero, como espectadores y, segundo, como posibles creadores, sino también le da importante proyección internacional a Yucatán pero, sobre todo, se trata de la enorme aportación —así: “enorme aportación”, sin exagerar de ningún modo—, que le deja a México en materia de ir contra la violencia, pues el arte no sólo es un refresco para lo que agobia en estos tiempos al país sino ubica a la gente en la lejanía de la violencia, lo que tanto necesita nuestro dolido México. Y, por parte de la directora del FICMY, Karla Paola Medina, reconoce la importancia de promover el cine entre la juventud y de ello ofreció detalles del esfuerzo para, al fin, la realización de este valioso festival; por otro lado, Medina abundó sobre los talentos que existen en Yucatán, de lo que se genera en este tipo de eventos; así los enumeró la directora del Festival: “se crea una industria que aporta empleo, proyección mundial, exposición de talentos y que gracias a estos festivales no se obliga a que la gente que hace cine no se tenga que ir al extranjero”. Así pues, se trata de un magno evento en el que, además de las alfombras rojas donde aparecieron gran parte de los protagonistas, se incluyeron diversos talleres, conferencias y homenajes, como el proyectado para Ofelia Medina o el que se le brindó a la actriz Sara García, en el que se le entregó de manos de la madrina del FICMY, Angélica Aragón, y de la directora del mismo Festival, Karla Paola Medina, al periodista y productor Enrique Vidal, el Chichen de Oro por haber sido amigo y colaborador cercano de la actriz. Además, el Festival contó con diversos talleres, conferencias y, afortunadamente, tuvo una importante participación de varios patrocinios, resultado también de dos años de trabajo que tuvo objetivos muy claros, encabezados por Karla Paola Medina. Así, el FICMY tuvo varias sedes, el Teatro José Peón Contreras, Teatro Armando Manzanero, Teatro Daniel Ayala, el Centro de Convenciones Yucatán Siglo XXI, las haciendas de Yaxcopoil, Ochil, Poxila y la Quinta Montes Molina.


