Cómo parte de su juramento, el nuevo presidente de Italia, Sergio Mattarella, dijo que la crisis económica, la lucha contra la mafia y el terrorismo, son un desafío que necesitan respuestas globales.

El sucesor de Giorgio Napolitano, juró este martes su cargo como presidente de la República italiana para los próximos siete años ante un Parlamento reunido en sesiòn conjunta, que lo recibió con conmoción entre aplausos; su discurso fue interrumpido con ovaciones varias veces.

Mattarella, prometió fidelidad a la República apegado a la Constitución e instó a la unidad del país con el esfuerzo de todos en un escenario de intensa crisis que ha impactado en la sociedad provocando marginación, injusticias y nuevas pobreas, expresó.

Su primera pronunciación fue respecto a la crisis que planea enfrentarla a través de la inversión del ciclo económico, “es indispensable que la consolidación financiera se acompañe con una robusta iniciativa de crecimiento, articulado a nivel europeo”.

Asimismo, recordó que la lucha contra la mafia y la corrupción son prioridades absolutas, porque es alarmante, dijo, la difusión de las mafias, antiguas y nuevas, también en áreas geográficas en las que no se ha trabajado.

El nuevo presidente italiano habló también del terrorismo internacional, “el desafío sangriento” que ha provocado luto y tragedia a nivel mundial que afecta a víctimas inocentes, por lo que pidió respuestas globales con firmeza, inteligencia y capacidad de discernimiento, al considerar que un fenómeno tan grave no puede erradicarse en los Estados nacionales.

Por otra parte, hizo una referencia al tema de la inmigración, por lo que pidió a la Unión Europea a ser más atenta y solidaria al tratarse de una emergencia grave y dolorosa, aseguró, en la que Italia está realizando bien su parte; Europa, dijo, representa todavía una frontera de esperanza.

Uno de los pasajes más aplaudidos fue las pronunciaciones sobre su cargo y explicó que “un árbitro debe aplicar las reglas. Un árbitro debe y será imparcial, pero los jugadores lo deben ayudar con su corrección”.

Luego de su juramento y su discurso, el presidente Mattarela se dirigió al monumento conocido como el Altar de la Patria para depositar una corona y después, como parte del ritual, en un histórico coche de época descapotable se dirigió hacia el Palacio del Quirinal, sede de la Presidencia italiana, para la ceremonia de toma de posesión.

En la importante ceremonia estuvieron invitados también los líderes políticos, entre ellos el ex presidente del Gobierno y presidente de Forza Italia, Silvio Berlusconi, mientras que el líder del Movimiento 5 Estrellas, Beppe Grillo, declinó la invitación.

¿Y quién es el nuevo líder?

Sergio Mattarella, de 74 años, que fungía como juez constitucional en la actualidad, ha sido ministro de Defensa, vicepresidente del Consejo de Ministros en el gobierno de Massimo D’Alema, ministro de Educación, ministro para las Relaciones con el Parlamento y siete veces diputado.

Además, cuenta con una enorme trayectoria en la historia de la antimafia de este país, sobre todo, después del asesinato a manos de la Cosa Nostra en 1980 de su hermano menor Piersanti Mattarella, quien en ese momento era el presidente de la región siciliana.

Nacido en Palermo en 1941, fue considerado candidato a la presidencia porque contaba prácticamente con todas las cartas en regla para poder ser el próximo jefe de Estado.

Católico, reservado, prudente, capaz de hacer comentarios irónicos pero siempre pronunciados en voz baja, quienes lo conocen dicen que cuando toma una decisión es firme y difícil de que alguien o algo lo haga cambiar de idea.

Cuentan que en 1990, siendo ministro de Educación con el gobierno de Giulio Andreotti, renunció a su cargo porque su entonces jefe (Andreotti) había impuesto la confianza a la llamada ley Mammi, considerada un obsequio del ex ministro Craxi a la naciente red de televisión de Silvio Berlusconi.

En ese entonces, Mattarella había sido el personaje más convencido en que esa ley beneficiaría en todos sentidos al entonces empresario que años más tarde debutaría en la política.

Era la noche del 26 de julio de 1990 cuando Mattarella dimitió como ministro de Educación por la ley Mammi, aquella que unió las tres redes televisivas del Cavaliere; lo hizo sin alzar la voz ni tampoco utilizando adjetivos polémicos, sólo dijo “consideramos que dar la confianza para violar una directiva comunitaria es, en línea de principio, inadmisible”.

Mattarella, candidato de Renzi, ha sido parlamentario de 1983 al 2008, atravesando las épocas políticas de la Democracia Cristiana, después del Partido Popular Italiano y después del Partido de la Margarita.

Actualmente se desempeñaba como juez constitucional por nómina parlamentaria, pero desde hace al menos siete años, no había estado presente en la Cámara de Diputados ni en ninguna sede de ningún partido, y aunque nunca se ha registrado al Partido Democrático (PD, cuyo secretario general es precisamente Matteo Renzi) todos sus amigos y colegas que antes militaban como él en la Democracia Cristiana ahora están con el PD.

Fue también Mattarella quien, siendo ministro de la Defensa, abolió el servicio militar obligatorio.

Asimismo, un episodio que sin duda marcó a Mattarela, fue el asesinato de su hermano Piersanti, quien cuentan las crónicas de la época, murió entre sus brazos, entonces decidió continuar la historia política de Piersanti que nunca accedió a las propuestas de la Cosa Nostra.

Fue así que empezó su militancia en la Democracia Cristiana para arrebatarle el partido a Salvatore Lima e Vito Ciancimino, políticos evidentemente ligados a la mafia.

Para recomponer el hecho de los contratos envueltos en corrupción en las obras públicas, Mattarella elige al joven profesor universitario Leoluca Orlando, quien también había sido colaborador de Piersanti, hoy actual alcalde de Palermo.

Información de Excélsior