Interesada generosidad

Humberto Musacchio

La situación de Guerrero es para preocupar. Los crímenes de Iguala han desatado una serie de protestas no sólo legítimas, sino necesarias, pues la sociedad mexicana no puede dejar el asunto a la “verdad jurídica” ni a la gana de un funcionario que ya se declaró cansado.

Guerrero es un polvorín. Lo es porque los asesinatos de muchachos y la desaparición de los 43 normalista de Ayotzinapa se enciman a siglos de injusticia, cacicazgo, violencia, cultivos prohibidos, narcomafias, pésimos gobiernos, ofensivos contrastes sociales y criminalidad de todo tipo.

En esas condiciones, nada tiene de extraño que a esa entidad se destinen en este año recursos federales extraordinarios que representan casi tanto como el presupuesto anual del estado, pues solamente del Fonden (Fondo de Desastres Naturales) suman 25 mil millones de pesos, lo que sumado al programa Nuevo Guerrero llega a casi 40 mil millones.

Qué bueno que se acuda en auxilio de una entidad tradicionalmente abandonada a su suerte, pero qué malo que se haga precisamente en coincidencia con el periodo electoral, pues los recursos del Fonden deberán ejercerse antes de mayo, de acuerdo con el dicho de Javier Guerrero García, subsecretario de Desarrollo Comunitario y Participación Social de la Sedesol.

Pero la aplicación de recursos públicos en plena campaña electoral no es exclusiva de Guerrero. En todo el país se están repartiendo actualmente las pantallas que sustituirán los viejos televisores que resultarán inservibles al producirse el “apagón tecnológico”, pero el gobierno federal priista aprovechó el viaje para autopromoverse —y de paso impulsar a sus candidatos— estampando su lema “Mover México”, que debería ser “Mover a México” según la sexta acepción académica.

La descarada propaganda federal ya fue objeto de un acuerdo del Instituto Nacional Electoral, que ordenó quitar la frase de las cajas que contienen las pantallas, aunque la Secretaría de Comunicaciones y Transportes apeló ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. Pero el problema no es la frase, sino el hecho de que en pleno periodo electoral se repartan los aparatos, que llegan a cada hogar como un regalo del gobierno con la obvia intención de que la actitud dadivosa favorezca al PRI y a sus candidatos.

De este modo, en la más socorrida tradición del partidazo, el gobierno emplea recursos públicos para meter su garrita en el proceso comicial, pues ya se sabe que, de acuerdo con la firme creencia de los alquimistas, las elecciones son demasiado importantes para dejárselas a los electores.