Este jueves, luego de la multitudinaria marcha que inundó las calles de diferentes ciudades de Argentina, la familia del fiscal argentino solicitó la presencia de un veedor de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) en la investigación.
“Lamentablemente me vi en la obligación de pedir un observador de la CIDH”, indicó la jueza Sandra Arroyo Salgado, la ex esposa de Nisman, madre de las dos hijas de ambos de 7 y 15 años, que denunció también en una entrevista con la radio Vorterix que es necesaria la intervención de un actor externo.
“Es muy importante que sea el resultado que sea, la gente, la opinión pública en general, crea”, insistió y que la familia no cree que Nisman se haya suicidado, al argumentar que una acción de ese tipo no correspondía con su personalidad.
Hecho inaudito, la marcha
Entre el silencio y aplausos acompañados de viento y lluvia, se llevó a cabo el homenaje al fiscal Nisman de miles de personas en Buenos Aires, a un mes de su muerte después de cuatro días de que denunció a la presidenta.
Después de todas las acusaciones e insultos en el país desde la muerte de Nisman, se impuso el silencio de la gran cantidad de personas caminando lentamente bajo la lluvia.
En Buenos Aires marcharon unas 400 mil personas, informó la Policía Metropolitana, y en el resto de ciudades argentinas, como Córdoba, Santa Fe, Mar del Plata y Rosario, sumaron otras 100 mil; en el país no se recordaban unas concentraciones tan multitudinarias desde los cacerolazos de septiembre de 2012.
Este miércoles, cada vez que alguien intentaba mencionar alguna consigna de crítica al Gobierno, el resto de los manifestantes lo acallaban al entonar el himno de Argentina o gritos de “Argentina, Argentina”.
La fiscal y la juez a cargo de la investigación de la muerte del fiscal Alberto Nisman trabajan bajo la hipótesis del asesinato y la del suicidio asistido, aunque el informe de la autopsia señala que no hubo intervención de terceras personas en la muerte.
La mayoría de la sociedad cree que Nisman no se suicidó e incluso en la marcha de este miércoles no se habló de asesinato ni suicidio, pero destacó el silencio y el reclamo de justicia.
La marcha fue convocada por cinco fiscales como homenaje al compañero muerto, un hecho inaudito; el Poder Judicial, o gran parte de él, nunca había convocado una marcha a lo largo de las últimas tres décadas de democracia argentina.
Los principales líderes de la oposición se unieron de inmediato a la iniciativa, pero el Gobierno vio en ella un intento de desestabilización y una forma sucia de hacer política con el pretexto de rendir homenaje al fiscal muerto.
Había una gran duda sobre la decisión que tomaría la ex esposa de Nisman, la jueza Arroyo Salgado; había pedido en días atrás que no se politizara la investigación sobre la muerte del fiscal, al final acudió a la marcha y caminó del brazo de su hija mayor.
Arroyo Salgado aclaró en un comunicado las razones por las que había decidido acudir , “nuestra presencia se orienta a rendir un reconocimiento a la persona que fue y al funcionario cuya incondicional y valiente entrega al trabajo”.
Buscan fines políticos
Los ministros de Cristina Fernández argumentaron su ausencia al decir que algunos de los fiscales que la organizaban solo persiguen fines políticos, que los dirigentes opositores que se sumaron a la marcha tampoco pretendían rendir tributo a Nisman, sino obtener beneficios electorales a ocho meses de las presidenciales, en octubre de 2015.
El silencio reinó desde las inmediaciones del Congreso, donde dio inicio la marcha, hasta la Plaza de Mayo, donde concluía, y los mismos carteles se vieron como en aquella noche en que falleció el fiscal: “Verdad y justicia”, “Todos somos Nisman”. “Lamento que veo muy poca juventud y mucha gente mayor”, se quejaba una manifestante ante el canal Todo Noticias, del grupo Clarín; algunos otros coreaban: “No tenemos miedo, no tenemos miedo” o “Argentina, Argentina”.
Los reporteros preguntaban a los ciudadanos por qué acudían a la marcha, ante lo que hubo varias respuestas, aunque todas seguían una línea de hartazgo hacia la política del Gobierno.
Unos reclamaban justicia, además recordaban su oposición al acuerdo que firmó Argentina con Irán (por el que Nisman acusó a Cristina Fernández de encubrimiento), otros expresaron su deseo de luchar por un país para sus nietos, algunos también se quejaban de la corrupción y de la inseguridad.
La mayoría de los participantes pertenecían a la clase media alta, las más críticas con el gobierno; la manifestación mostró la imagen perfecta de la división social que sufre Argentina en los últimos años.