Norma Salazar

Lo mejor que el futbol me dio fue la oportunidad de conocer a los seres humanos. Conocí a personas que sufrieron muchísimo y también conocí el otro lado de la sociedad, los que lo tienen todo. Pude ver las dos caras de la sociedad en la que vivimos.

Sócrates de Souza

Introducción

En tiempos de la antigua Grecia el filósofo Platón describía al “Juego de pelota” como “Esferomaquia” que producía delirio entre los atletas griegos hoy en el mundo contemporáneo le nombran “Pelota inteligente”.

Futbol

No es sólo un fenómeno social aislado, es también un fenómeno del buen negocio simultáneo de las cadenas televisivas con sus vistosas coberturas en un par de horas. El futbol congrega a la verdadera afición que desborda placeres y dolores de cabeza cada vez que se juega un partido relevante y por supuesto cuando juega la selección nacional.

FUTBOL que relata historias de futbolistas, entrenadores, comentaristas y periodistas.

FUTBOL tema de análisis entre cronistas deportivos, sociólogos, psicólogos, intelectuales, especialistas en la materia. Sí el artífice que desborda efusiones entre una realidad y ficción, creando ídolos.

Alberto Guerra y la infancia

Sigmund Freud decía que “la ocupación favorita y más intensa del niño es el juego”, al que dedica grandes afectos y seriedad jugar o practicar algún deporte le ayuda a definir ciertas conductas de carácter, es decir, permite que le llene el alma. “Todas las tardes nuestra resistencia superaba cualquier test físico. Había algo que sí terminaba con los partidos: los gritos de nuestras respectivas madres (‘¡O apareces para la cena, o así te va!’). Muchas veces fui a la cama no sólo sin cenar, alguna buena nalgada me alcancé a llevar de ‘premio’”.

El exjugador y exentrenador Guerra tiene profundamente marcados sus recuerdos con respecto ‘al juego’, en este libro comparte con un lenguaje lírico describe sus relatorías subir y bajar como si fuera un partido de que ‘van y vienen’; momentos cruciales positivos o negativos que tocaron en su vida profesional. Tarea ardua que exige una revisión profunda de aquellos momentos fortuitos y aquellos lugares más inimaginables que sellaron su destino: “Como abandoné los estudios para seguir el futbol, Dios oyó en verdad las oraciones de los martes de mi madre, quien acostumbraba asistir al templo de San Antonio: para que no me convirtiera en un vago me hizo futbolista. Las Chivas fueron mi equipo, el club Guadalajara me adoptó y desde los diez años me organizó el futuro”.

Guerra tiene sus emotivas épocas dentro del ámbito del futbol soccer. Sus primeros recuerdos de niñez en su barrio. “La ciudad empezaba a crecer y después de la Av. Unión (hoy Las Américas) las nuevas colonias empezaban a suplir el barrio. Sitio ideal para organizar “picados”. Su debut en el año 1964 como jugador profesional, como entrenador del Atlético Potosino y el equipo Guadalajara: “Cuando llegué a Chivas éstos eran los nombres: Ledezma; Lugo, Quirarate, Madero, Gutérrez, línea de cuatro en el fondo partiendo de zona; Cárdenas, volante central, delante de la línea de zagueros con obligaciones de cubrir algunas salidas de los centrales; Gómez Junco, volante mixto, colaborando en la recuperación, con aportes ofensivos en el servicio y la realización; Cisneros, el ‘creativo’: en él descargábamos la cuota importante de futbol ofensivo, por él pasaba el destino de ‘leer’ la vulnerabilidad del oponente y, por consecuencia, ‘explotarla’ (el famoso número 10 que hasta la fecha casi todos los equipos quieren). Él casi no ayudaba en la marca porque no la ‘sentía’, optaba por estar desmarcado para que cuando algún compañero tuviera la pelota él se ‘mostraba’ para que se la diera. Ricardo ‘Snoopy’ Pérez, Jaime Pajarito y Samuel Rivas completaban el once titular”.

En este libro Alberto Guerra también se permite cuestionar diferentes puntos de vista acerca del medio futbolístico y arremete: “Los dueños convierten a los equipos en productos de consumo y a los jugadores en artículos de mercado”.

Profesionalismo y fama

Por otro lado, existen jugadores que en un momento de su vida creen necesitar ser el foco de atención en la televisión, la radio y, estar en el sitio de convivio de los hombres del buen negocio. Otra casa generosa que no representa un atributo de un jugador ni el futbol el más visto en los cinco continentes.

Nuestro exentrenador reflexiona acerca de ciertos jóvenes. Tener actitud positiva y determinación cada vez que se juega un partido, sino se puede caer en el golpe de sufrimiento, fracaso y mucha presión no sólo en lo físico sino en lo emocional. No todos los jugadores se destacan en el ámbito del futbol, dice Alejandro Scopelli “La unión de habilidad e inteligencia= crack”. Para otro gran analista y exjugador Jorge Valdano pone otro claro ejemplo para disociar “Beckham sin duda es un excelente jugador (aclaro, no es un crack), increíble pegada, capaz de resolver con un tiro libre un juego”. Aquí, Guerra observa que son otros tiempos que engrandecen a los jugadores, a los equipos ofreciendo una inmensa gama de publicidad con firmas y contratos exuberantes, el marketing son una constante en los discursos del futbol mundial “¿La cantera es un valor subestimado o sobrevalorado? Nos da orgullosamente satisfacciones en niveles juveniles, pero la brecha al verdadero protagonismo no todos lo superan” otra realidad “Hablar de amor a la camiseta parece que no es actual”.

 

Reflexiones

Por último, en estos textos o esquemas recopilados por Alberto Guerra y sus estrategias de coaching. Un libro para competidores se abre y se cierra con dos Guerra:

  • Con lenguaje bélico para motivar a sus jugadores, cuerpo técnico se logran buenos resultados, ese trabajo arduo de entrenamiento durante una semana acompañado de tácticas, apuntes, jugada tras jugada para obtener excelentes resultados. Nombrado triunfo que se lee en los diarios de los lunes, el breve cuento del partido dominical.
  • Un diálogo interno que tenía el autor la necesidad de escribir esas experiencias, consejos, no sólo para el ámbito del futbol sino para la vida misma. El ser humano que tiene un espíritu de ser alguien en la vida y que puede aportar lo mejor de sí a una sociedad.