Encrucijada electoral

 

Mireille Roccatti

Las repercusiones que tendrá la crisis económica financiera mundial, en nuestro país este año estarán acompañadas de la turbulencia electoral de medio sexenio, proceso en el cual se renueva la Cámara de Diputados federal y será la legislatura que acompañe hasta el fin de su régimen al actual titular del Ejecutivo federal, con lo que ello implica, respecto a procesos legislativos trascendentes e incluso con su atisbo de gobernabilidad.

La denominada elección intermedia tomó un sesgo de referéndum respecto del partido gobernante a partir de 1997, en que por primera vez la oposición en su conjunto arrancó al PRI la mayoría en el Congreso.

Este año, todo parece indicar que la historia volverá a repetirse, el PRI tendrá la bancada mayoritaria, aunque será difícil que logre la mayoría simple; lo que estará por verse es si el PRI mantiene el ánimo concertador y de diálogo que ha permitido realizar reformas trascendentes; lo diferente es que el presidente Peña Nieto ha mostrado mayor oficio político que su antecesor para entenderse con el Congreso y los distintos actores políticos. El riesgo mayor es la descomposición del proceso electoral propiciada por la radicalización de los distinto partidos, lo que podría polarizar y envenenar el ambiente, que estará para cortarlo con cuchillo.

El domingo 7 de junio próximo, 9 entidades de la república mexicana celebrarán comicios para elegir gobernador Colima, Michoacán, San Luis Potosí Sonora, Baja California Sur, Campeche, Nuevo León, Querétaro y Guerrero; y en 8 estados más para conformar ayuntamientos y congresos estatales. En total son 17 entidades, que concentran al 62% del electorado nacional, las que votarán para elegir a sus autoridades el mismo domingo que se elegirán a los 500 diputados federales. Aunado a lo anterior se elegirá a los nuevos integrantes de la Asamblea Legislativa y los 16 jefes delegacionales en el Distrito Federal y se realizarán elecciones.

En este contexto las denominadas elecciones intermedias renovarán la Cámara de Diputados federal, lo cual incide en la gobernabilidad del segundo tramo del sexenio del presidente. Lo que estamos viviendo los mexicanos es una degradación de la política, una verdadera guerra de lodo. Muy desafortunado fue el momento en que se importó principalmente de Estados Unidos y de España, con todo y asesores de esas nacionalidades, las acciones de descalificación y denostación del adversario, y se sustituyó la competencia limpia, con tretas de albañal, se debe privilegiar la verdadera lucha en las lides electorales, basada en principios, valores, convicciones y propuestas.

La sociedad estará pendiente de que ninguna fuerza política utilice el gasto público, los recursos a su disposición o los programas de desarrollo social de los ayuntamientos, gubernaturas y desde luego del gobierno federal en su conjunto para apoyar las aspiraciones de los candidatos surgidos de sus filas; el instituto político que lo haga se verá castigado electoralmente, los tiempos han cambiado, la gente no se deja engañar y cada vez se politiza más y se vuelve más participativa.

La ciudadanía está hastiada de que la política se convierta en la ocasión de arrojar paletadas de suciedad al adversario, de descalificación del gobernante, y no como debiera ser el proceso, de exposición de propuestas, de oportunidad de cambios, de esperanza de mejoría. Si a lo anterior le agregamos que todos los partidos han vuelto a postular a los mismos de siempre, que sólo cambian de cargo, o lo más condenable, heredan los cargos a los hermanos, cónyuges o hijos, generan así una nomenclatura partidista inamovible. La condenable partidocracia sólo potencia la degradación de la política descrita en los renglones precedentes.

Es por ello que la sociedad civil organizada debe luchar por la dignificación de la política, entendida ésta como la acción superior del hombre para beneficiar a su comunidad y mejorar sus condiciones y calidad de vida. Lo delicado y muy preocupante es que, por hartazgo, la ciudadanía se abstenga mayoritariamente de acudir a las urnas.