Nombramiento del nuevo ministro de la Corte

 

 

Para que no se pueda abusar del poder,

es preciso que el poder detenga el poder.

Montesquieu

Carlos Alberto Pérez Cuevas

En las postrimerías del año 1994, estábamos viviendo los primeros días del recién inaugurado sexenio del doctor Ernesto Zedillo Ponce de León y la conclusión de seis años de gobierno de Salinas de Gortari. El país pasaba por momentos complejos, después de haber sufrido el magnicidio de Luis Donaldo Colosio, en plena campaña electoral presidencial. En esos tiempos sucedieron varias cosas, entre ellas dos que rescato para el análisis; la primera que sólo mencionaré como referencia, “el error de Diciembre” que consistió en una de las mayores crisis económicas que sufrió el país, derivada de un manejo económico irreal por parte del gobierno de Salinas; nos vendieron espejitos, un México que era de oropel y que llevó a muchísimas familias a endeudarse con casa, coche y créditos, los cuales, cuando la realidad nos alcanzó, se perdieron en su totalidad y la mayoría de los mexicanos quedaron extremadamente endeudados y perdieron todo.

El otro hecho sucedido en diciembre de 1994 fue la reforma constitucional que modificó de fondo la conformación de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, estableciendo diferentes requisitos para la designación y el tiempo que durarían en su encargo los ministros; asimismo se da un quiebre al sistema de justicia de la nación con la creación de un órgano con facultades para la administración del Poder Judicial denominado Consejo de la Judicatura Federal, separando las funciones de los juzgadores y los administradores judiciales.

De aquellas reformas han pasado veinte años. El regreso al origen, la Constitución de 1917, establecía la integración únicamente en pleno del total de sus miembros, 11 ministros, antes de la reforma de 1994 los ministros fueron aumentando dado el rezago de expedientes hasta llegar a 26 integrantes y facultándolos a sesionar por salas.

Este recuento histórico viene a colación porque durante veinte años, se trató de privilegiar la independencia de la Corte, los ministros y jueces de carrera judicial, y las propuestas externas que por su prestigio e integridad le dieran fuerza al Poder Judicial y reafirmaran la división de poderes y el control entre los mismos, nunca la subordinación. Hace unos días la Presidencia de la República envió al Senado la terna de donde tendrá que salir el nuevo ministro sustituto del ministro Valls; ni duda cabe que será el exembajador ante EU, Eduardo Medina Mora, y no descalifico su autoridad moral o conocimiento jurídico, sin duda, se trata de una persona íntegra y bien preparada, lo que resulta extraño es que el Poder Ejecutivo proponga a uno de sus subordinados para ministro de la Corte; con esto se demuestra la intromisión del Poder Ejecutivo en el Judicial y el intento de control de un poder que debe ser autónomo y revisor jurisdiccional de los otros poderes.

 

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