Así es la economía
Mireille Roccatti
En los últimos días se ha acentuado el proceso de pérdida de valor de nuestra moneda frente al dólar, cotizándose a la hora de pergeñar estas líneas en la frontera de 16 pesos por dólar. Este fenómeno económico ha llevado a la destemplanza de algunos de exigir la inmediata salida del secretario de Hacienda, lo cual es a todas luces irracional. El fenómeno es global, y lo que estamos presenciando es una “apreciación” o revalorización de la moneda estadounidense frente a casi todas las monedas del mundo.
La caída del peso en estos momento no se origina por errores graves en la conducción de la economía o de las finanzas públicas imputables al actual gobierno, por más que los afectados por las adecuaciones fiscales recientes siguen sin digerirlas, se empecinan en demostrar su falta de solidaridad social y quieren seguir con altos márgenes de utilidad, explicables solamente por la laxitud fiscal o a las políticas de fomento estatales; ello origina los ataques al secretario Videgaray, quien sin duda debe ser evaluado en su gestión, pero no con sinrazones.
El fenómeno entre otras aristas, obedece a la reversión de un ciclo de siete años de depreciación del dólar, que se está ajustando demasiado aceleradamente y que ha producido una catastrófica caída de diversas monedas, entre ellas el euro, que ya está casi en paridad con la moneda estadounidense. En nuestro caso la devaluación llega al 17%, la brasileña al 32%, en Colombia y en Perú es del orden del 23% y lo anotamos aquí, no para justificar, ni por aquello “de mal de muchos….”, es para presentar al lector elementos de análisis.
En el convulso y volátil sistema financiero mundial, coyunturalmente influyen otros hechos, como la negativa del nuevo gobierno griego de atender el servicio de su deuda, lo que precipitó una caída en casi todas las bolsas del mundo, incluida la mexicana. O la esperada —desde hace seis meses— subida de las tasas de interés de la reserva federal, que hace que los mercados financieros busquen acomodarse a una nueva condición.
Otro hecho económico que debe considerarse es la caída de los precios del petróleo que pese a que aparentemente encontró su piso y ha iniciado un lento repunte que lo tiene en alrededor de 47 dólares, sigue afectando la economía global y, desde luego, la mexicana, y que incidió como factor principal para el ajuste al gasto público de este año, y sin duda se prolongará para el siguiente ejercicio fiscal.
Lo que no parece entendible es que el peso mexicano sufra presiones especulativas desde adentro, excepto por la voracidad y fiebre de ganancias desmedidas de algunos grupos empresariales que así muestran su poco amor a México y su falta de visión de horizonte y de futuro.
Qué bueno que ya están lejos los tiempos en que una caída de valor del peso, una devaluación para decirlo claramente del orden del 17%, como la que atravesamos, aunque hoy se diga técnicamente que es un ajuste a la baja en la banda de fluctuación; porque estaríamos escribiendo respecto de una grave crisis político económica y muchos estarían enterrando el régimen.
Los más viejos de la comarca recordarían con nostalgia la “negra Semana Santa” de los años cincuenta cuando el peso se ubicó en la histórica paridad del 12.50 con la que creció mi generación, o las sucesivas devaluaciones de los setenta y ochenta hasta llegar a los tres dígitos, que resolvimos simplemente quitándoselos ya entrados los años noventa.
Por las inexplicables repercusiones sociales, que en ocasiones se atizan interesada o irresponsablemente, respecto de los ciclos económicos es conveniente puntualizar que en estos momentos debe existir serenidad en todos y las decisiones deben tomarse con entereza, anticipando las repercusiones en empleo, comercio, producción, recaudación y gasto social. Los torquemadas de los infiernos mediáticos debieran serenarse.