No es una nebulosa

 

 

La corrupción comienza cuando

la transparencia termina.

Anónimo.

 

Carlos Alberto Pérez Cuevas

La corrupción en el país ha crecido. Donde se debía servir sin esperar nada a cambio todo se limita a las dádivas, a la petición de dinero o prácticas que van encaminadas a obtener un lucro por el servicio que ya está pagado con nuestros impuestos. Instituciones y autoridades que sólo sirven al gobernante en turno y se olvidan de que la razón de ser de sus funciones es el servicio público, es decir brindar apoyo, atención, buen servicio a los ciudadanos, quienes son los jefes reales de los burócratas.

No puede haber bien común ni desarrollo institucional si no se aplican como normas permanentes de conducta y acción los principios de honestidad, integridad y justicia y si no se encuentran debidamente normados y con las sanciones respectivas en caso de incumplimiento las leyes de transparencia, rendición de cuentas y la posibilidad de que todo funcionario público se someta al escrutinio público, no como una graciosa concesión de la autoridad sino como una obligación constitucional y un deber con los gobernados.

 

Muchos ciudadanos hoy ven en los gobiernos, indistintamente del signo político al que pertenezcan, un ambiente inmerso en actividades y acciones de corrupción que se manejan con mucha impunidad, al menos a los personajes que se ven involucrados en estas prácticas no se les sanciona como sucede en cualquier otra nación que se goza de vivir en un Estado de derecho, al contrario, vemos que sus partidos los encumbran abriéndoles nuevos espacios de elección popular que les otorgan fuero para no ser molestados y una plataforma para seguir haciendo de las suyas.

 

La corrupción no es un ente etéreo ni es una nebulosa, sino que se trata de personas con nombre y apellido, personas concretas de carne y hueso que se corrompen, por ello es factible combatirla con métodos que sean eficaces y eficientes, leyes estructural y jurídicamente sólidas que ataquen de raíz el problema, instituciones con autonomía e independencia de los poderes, servidores y funcionarios con las facultades para sancionar que hagan su trabajo en un marco de libertad de acción de acción y no bajo lo “correctamente político” para quedar bien con el poder público y así mantenerse en los cargos.

 

Recientemente, en la Cámara de Diputados se aprobó el nuevo sistema anticorrupción que, antes de nacer, digo antes porque aún falta el visto bueno de la Cámara de Senadores, ya ha generado un sinfín de críticas y manifestaciones en su contra de porque los expertos lo ven muy endeble, algunos senadores ya han manifestado que harán cambios a la minuta de los diputados. El fondo es que mientras no exista una institución seria, sólida e independiente que combata la corrupción, cada vez será más poderosa y nos llevará al círculo vicioso que durante décadas vivimos en México: el combate a la corrupción, pura simulación.

@PerezCuevasMx

perezcuevas@gmail.com