Peña Nieto sigue sin entender

Humberto Musacchio

Este gobierno, como dijo el corresponsal de The Economist, “no entiende que no entiende”. Un ejemplo a la vista es la imposición grosera de Eduardo Medina Mora como ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en la que para nada importó la carencia de carrera judicial del favorecido ni el clamor de las organizaciones no gubernamentales ni algunos antecedentes poco edificantes del ahora togado.

Víctor Rico Galán, que por muchos años fuera articulista de Siempre!, solía decir que no hay que ir a comprar broncas, porque ésas se dan gratis. Sin embargo, el gobierno de la república insiste en cerrar los ojos y taparse oídos y nariz para no ver, no escuchar y no percibir los malos olores que envuelven sus decisiones.

Aun si Medina Mora hubiera sido un candidato irreprochable, ante la insoslayable protesta social la prudencia aconsejaba posponer el nombramiento. Pero lejos de obrar con cautela, se optó por imponer sin apelación al candidato de la Presidencia de la República.

Para desgracia del nuevo ministro, algunos antecedentes están lejos de serle favorables. En el Senado, donde se aprobó su nombramiento, se le reclamó “su violación constante a los derechos humanos durante su gestión al frente de la Procuraduría General de la República” e igualmente “su sujeción a los poderes fácticos, en especial a Televisa”.

Más grave es la acusación de que por sus “omisiones y negligencia” benefició a la familia de Carlos Salinas de Gortari, en especial a Raúl, a quien le fueron devueltos setenta millones de dólares que le habían sido retenidos durante la investigación a que estuvo sometido y que lo llevó a prisión por enriquecimiento súbito y no precisamente inexplicable.

Por la ratificación de Medina Mora votó una parte de la bancada del PAN —16 senadores de ese partido prefirieron abstenerse—, por supuesto el PRI y el moco verde que suele llevar pegado, ese próspero negocio conocido como PVEM, S. A. de C. V.

Panistas, priistas y la pestilente verdulería emitieron los votos de la vergüenza. Tan es así, que el canal del Congreso, que trasmitió la sesión, se negó a enfocar los letreros de repulsa de los senadores de izquierda y se llegó al extremo de interrumpir la emisión cuando subió a la tribuna la legisladora Dolores Padierna y dijo que “la elección de alguien con antecedentes tan cuestionables” significaba “premiarlo con la impunidad”.

De nada valieron las protestas. Como en los viejos tiempos, se impuso en forma grosera a Medina Mora, sólo que éste es otro momento de México, y el PRI y sus paniaguados tendrán que responder muy pronto por estas tropelías.