Entrevista a Mariana Campos/De México Evalúa

 

 

 

Moisés Castillo

Dicen que vale más ser completamente engañado que desengañado, pero en México no existen estas diferencias. La verdad histórica se impone. La desconfianza es la nueva enfermedad nacional y se presenta cuando los escándalos son cotidianos y no hay consecuencias. Ya lo dijo el escritor Fernando del Paso en la entrega del Premio José Emilio Pacheco a la Excelencia Literaria: “Hoy también me duele hasta el alma que nuestra patria chica, nuestra patria suave parece desmoronarse y volver a ser la patria mitotera, la patria revoltosa y salvaje de los libros de historia”. ¿Existe un proyecto para recobrar la confianza?

Por lo pronto, el dólar se ubica en su máximo histórico, la economía sigue estancada con un ajuste a la baja por sexto mes consecutivo, continúa el desplome del precio del petróleo y una reforma fiscal que deteriora la productividad de las empresas. El panorama económico es sombrío, todo esto en medio de la inseguridad que es uno de los principales factores que limitan el crecimiento.

En entrevista con el diario británico Financial Times, el presidente Enrique Peña Nieto aceptó que su gobierno debe “reconsiderar hacia dónde nos dirigimos”.

“Hoy, sin duda, hay una sensación de incredulidad y desconfianza… Creo que estamos en el tiempo para mostrar resultados, para ofrecer beneficios a los mexicanos. Soy optimista.”

¿Cuánto le cuesta a México esta desconfianza? ¿Cómo salir de este laberinto? Muchos especialistas coinciden que con la aplicación del Estado de derecho.

Global Financial Integrity —organización no lucrativa con sede en Washington— estima que entre 1970 y 2010 más de 800 mil millones de dólares se perdieron en México en evasión fiscal. Asimismo un estudio del portal económico México ¿Cómo Vamos? revela que la proporción de empresas que se trasladan fuera de China e interesados ​en México se redujo de 70 por ciento en 2011, a 29 por ciento en 2014.

“Cuando el imperio de la ley es débil en un país, dice la teoría, la conducta de complicidad se convierte en una manera esencial de poner a prueba la fiabilidad de otros. En otras palabras, la corrupción destruye la confianza, y la desconfianza genera más corrupción. ¿Y cuánto es el costo de la corrupción en México? El país pierde un 2% del PIB por año debido a la corrupción”, asegura el economista Arturo Franco.

 

Reconocer la realidad

Para Mariana Campos, coordinador del Programa de Gasto y Rendición de Cuentas de México Evalúa, es difícil confiar en un gobierno que no reconoce de forma integral los problemas nacionales: existe un abismo entre lo que se dice y lo que se hace.

“Existe un reconocimiento tardío de los problemas, planes que no son contundentes y diagnósticos que no son precisos. Es indispensable que los discursos sean más consistentes con la realidad, así como los programas de acción.”

El gobierno federal, ¿qué debe hacer para recuperar la confianza en vísperas de la implementación de las reformas estructurales?

Creo que el primer paso es reconocer la realidad, tal cual. Hace falta el reconocimiento de la situación nacional, no sólo del estado de inseguridad en la que se encuentra el país, sino de la necesidad de que exista una gestión pública mucho más transparente y con rendición de cuentas. Con la caída del precio del petróleo, la depreciación del peso, debe haber un mayor reconocimiento sobre la situación política y económica de México. Es difícil confiar en un gobierno cuando vemos que los problemas no son reconocidos en toda su magnitud.

¿Observa alguna solución o estrategia para escapar de esta espiral de desconfianza?

Hace unos meses, el presidente lanzó un decálogo para fortalecer la seguridad y la justicia. Independientemente de sus limitaciones, pudo haberse entendido como un acto donde se reconocían problemas y se presentaron planes de solución. Creo que después hubo inconsistencias entre lo que se dijo ese día y lo que perseguía el propio gobierno. Por ejemplo, en la negociación de la reforma anticorrupción y la ley de transparencia. Ha habido algunos vaivenes, esfuerzos que aún no han sido contundentes. Por otro lado, el tema de la situación de las finanzas públicas no ha sido abordado adecuadamente. El mes pasado se anunció el recorte presupuestario con motivo de la caída de los precios del petróleo. Cuando se empezó a desplomar el crudo, el secretario de Hacienda habló sobre las coberturas del precio del petróleo, que en 2015 correría sin preocupaciones, que todo estaba controlado. Pero la realidad fue distinta y se aplicó el recorte al gasto. Además consideró que el efecto en el gasto no iba a afectar el crecimiento económico. En los últimos días se han actualizado los pronósticos de crecimiento del PIB.

¿Qué repercusiones negativas tiene para la economía “un país plagado de desconfianza”, como afirmó el presidente de la república?

La confianza es elemental en una sociedad, en cualquier tipo de transacción político económica es necesaria, así como en las inversiones. Me parece que no ayuda que tengamos —por ejemplo, en el sector energético— precios del petróleo que están cayendo, y por ese simple hecho las inversiones se vuelven menos atractivas. Aunado a esto observamos desconfianza y una serie de escándalos de conflictos de interés que pesan contra altos funcionarios; vimos lo del tren rápido México-Querétaro que fue un proyecto que no se encontraba bien diseñado y con cuestionamientos en el proceso de licitación. La desconfianza ciudadana, los hechos de inseguridad y eventos muy específicos en donde el gobierno ha mostrado un bajo desempeño, sí podrían alimentar una desconfianza de los inversionistas. En esto el gobierno debe ser muy cuidadoso. Muchas inversiones en el sector energético dependerán del manejo adecuado de los contratos. Si hay rumores de conflictos de interés como funcionarios negociando e interviniendo en contratos, sí se manda la señal de que existen riesgos de invertir en México.

 

Sistema anticorrupción, señal positiva

El gobierno federal promovió la idea de “Moviendo a México” y de repente todo se paralizó. Por muchas razones el país sigue sin crecer, ¿a qué obedece que la economía nacional no pueda despegar completamente?

Hoy está de moda decir que tiene que ver mucho con el Estado de derecho, con la confianza y la eficiencia institucional. En las últimas décadas se han concretado reformas económicas muy importantes que no han traído consigo los resultados esperados. Creo que sí se ha estado subestimado el factor institucional. Es decir, las prácticas de transparencia y rendición de cuentas, las sanciones y el altísimo índice de percepción de la corrupción sí tienen un efecto importante. Está muy en boga cómo se realizan los contratos públicos en México, en qué condiciones. Si nosotros tenemos procesos de contratación corrompidos, vamos a tener como gobierno una incidencia negativa en la economía, porque no vamos a dar la señal de que se premia a la mejor empresa, sino que se fomentan criterios del amiguismo, “el moche”, y esto no le inyecta a nuestra economía un incentivo hacia la competitividad.

Entonces, es una buena señal el avance del Sistema Nacional Anticorrupción…        

Sin duda, es una señal positiva. Pero no creo que sea la solución a la corrupción. La corrupción es un problema multidimensional, a pesar de que se logró un dictamen en la Cámara de Diputados que representa un gran avance con respecto al primer dictamen del Senado. Tiene un mayor potencial para resolver un problema tan complejo. Se ha comentado que hay que pensar, por ejemplo, en la desigualdad como un factor muy importante de cómo se promueve la corrupción. Es una barrera para solucionar la corrupción. Con el Sistema Nacional Anticorrupción, a pesar de que el gobierno y el PRI estuvieron tratando de diluir la potencia de este sistema, se llegó a una buena negociación en la Cámara de Diputados. Es una buena señal que podría contribuir a recuperar parte de esa confianza perdida.

En redes sociales se lee, quizá con ironía, que el país regresa a 1994: violencia y el dólar por las nubes, ¿debe preocuparnos un dólar caro?

Creo que tenemos una situación estructuralmente muy distinta en términos del sistema cambiario. En 1994 teníamos un tipo de cambio fijo y ahora tenemos un tipo de cambio flexible. Con el tipo de cambio flexible hay una información transparente con respecto al valor del dólar y los ajustes se van dando de manera paulatina. Esto no quiere decir que no debamos preocuparnos por la situación de las finanzas públicas, es un asunto que no hemos abordado y que tenemos que estar muy pendientes de cuáles serán la propuestas en materia de finanzas públicas del próximo presupuesto. Tendremos que revisar cuál es la propuesta en materia de impuestos y repensar la calidad del gasto público. Incrementar la eficiencia del gasto de los procedimientos de contratación es algo que no puede aplazarse más, porque la caída de los precios del petróleo no es tan coyuntural y se debe más a un aspecto estructural de cómo se está comportando el mercado del energético en el mundo. El gobierno tendría que tener un mayor reconocimiento de la realidad nacional y mejores estimaciones en el impacto de esta situación en la economía nacional, porque han sido muy desatinados.

El secretario de Hacienda, Luis Videgaray, reconoció que sin confianza cae el potencial de las reformas, ¿cómo interpretas esa postura?

Estoy de acuerdo con él. Este gobierno tiene que enfocarse en recuperar la confianza de los distintos segmentos de la sociedad. La desconfianza también ha crecido hacia fuera, el gobierno mexicano ha sido cuestionado fuera de nuestras fronteras. Se tiene que priorizar la confianza ciudadana, de los inversionistas, porque con estos cuestionamientos y el factor negativo de las finanzas públicas, las reformas estructurales en materia de energía pueden verse menos atractivas cuando observamos la caída del precio del petróleo. En esta grave situación se vuelve mucho más importante restablecer la confianza.