Expropación petrolera
El gobierno recuperó para la república, en forma
inalienable, el dominio directo del subsuelo.
Lázaro Cárdenas del Río
José Alfonso Suárez del Real y Aguilera
En aras de privilegiar la “productividad nacional” por sobre la memoria histórica de los mexicanos, bajo el mandato del empresario refresquero Vicente Fox Quesada se establecieron los “fines de semana largos”, los cuales provocaron el dislocamiento del calendario cívico forjado por efemérides e hitos que facilitan la recuperación de la historia nacional, su consecuente reflexión y su fortalecimiento en el imaginario colectivo.
A este despropósito se sumó el sórdido objetivo de diluir la figura del general Lázaro Cárdenas del Río y, por supuesto, su determinación y gallardía al anteponer la dignidad nacional por sobre las presiones y arrogancia de las petroleras extranjeras que se rebelaron ante la decisión de la Corte que reconoció la validez del laudo laboral que otorgaba a los trabajadores petroleros mexicanos un justo aumento salarial.
La suma de ambas estrategias provoca un conveniente alzheimer social que, con un inducido e imparable olvido, facilita la desarticulación de la unidad en torno a la defensa de la dignidad y la soberanía nacional que representan la ahora “políticamente incorrecta” expropiación petrolera.
Estrategia similar se aplicó a la insigne figura de don Benito Juárez, a quien el panismo de sacristía ocultó de los espacios de gobierno, y cuyo natalicio, subrepticiamente, se diluyó para complacencia de sus eternos detractores.
Por décadas, la conmemoración de estas efemérides fortalecieron el tejido social de los mexicanos en torno a una patria digna y una nación soberana, incómodos conceptos para la integración subordinada que desde hace más de treinta años impulsa el neoliberalismo, para el cual la memoria histórica del pueblo mexicano es un incómodo obstáculo a sus depredadoras y aviesas intenciones.
A pesar del entusiasmo oficial generado por la apertura del sector energético —y el resto de “reformas estructurales”—, la depreciación del peso mexicano, los severos recortes presupuestales, la reducción de la producción petrolera y, sobre todo, la ignominia de transformarnos en mero maquilador de petróleo extranjero, ensombrecen aún más la conmemoración de la expropiación petrolera y, consecuentemente, la figura de don Benito Juárez, defensor de la república y forjador de una nación respetada por el mundo.
No obstante la ingrata sombra de la Ronda Uno, verdadera subasta petrolera organizada por el gobierno federal, vale la pena recuperar el Día de la Dignidad Nacional, efeméride establecida el 19 de marzo de 1939 por el general Cárdenas, ante un pueblo congregado en el Zócalo capitalino al que anunció y confirmó la recuperación inalienable del dominio directo del subsuelo, liberándolo de coacciones diplomáticas y revueltas mercenarias, acto de dignidad traicionado en 2012 por los esbirros que lo enajenaron a favor de intereses espurios.