Con una estabilidad política de 98 años
José Elías Romero Apis
La eventual suspensión de elecciones en Guerrero es surrealista. México es uno de los dos países del mundo republicano que ha gozado de estabilidad política institucional por más tiempo, de manera ininterrumpida. El otro es Estados Unidos. De los muchos indicadores que podrían tomarse en cuenta para una medición de la estabilidad, me conformaría con los siguientes.
Desde hace 98 años, las elecciones mexicanas, tanto generales como intermedias, se han celebrado en las fechas que lo ordena la Constitución, sin que se hayan suspendido o pospuesto en ocasión alguna. En efecto, desde 1917, México ha celebrado 19 elecciones presidenciales, 21 senatoriales y 35 para diputados federales. En total, 75 procesos electorales.
Durante ese mismo y prolongado tiempo, los poderes federales han quedado integrados, instalados y funcionando sin ninguna interrupción y sin ninguna dilación. Asimismo, esos poderes públicos nunca han dejado de funcionar ni un solo día ni se han desintegrado ni han quedado vacantes. Adicionalmente, ningún poder se ha sobrepuesto a otro ni ha invadido su potestad ni ha impedido su funcionamiento.
En quinto lugar, no ha existido un solo día ni un solo intento de invasión exterior ni presencia de tropas extranjeras, enemigas o aliadas, para atacar o para defender el territorio o las instituciones mexicanas, salvo visitas militares protocolarias e invitadas con fines ceremoniales.
En sexto sitio, no han sucedido rebeliones o insubordinaciones generalizadas o prolongadas. Los incidentes cedillista y escobarista fueron muy locales, muy breves y no afectaron la estabilidad mexicana.
En séptimo y último lugar de este breve repaso, nunca ha existido una anulación electoral que impida la integración de los órganos de gobierno en sus fechas ordinarias y programadas.
Todo eso se llama estabilidad política y es uno de los bienes más preciados de los sistemas políticos civilizados. Baste decir que esos 98 años no los han gozado los países europeos con todas sus guerras, los países latinoamericanos con todas sus dictaduras, los países asiáticos con todas sus inestabilidades ni los países africanos con todas sus calamidades.
Estas reflexiones mueven a orgullos pero, también, a preocupaciones. Porque a muchos mexicanos nos parece insensato que se hable, con tanta ligereza, de anulaciones electorales que jamás procederían, que se propongan interinatos absurdos, que se demande la no instalación de poderes públicos, que se exija la alteración del orden institucional o que se pretenda simular que ello es el camino del republicanismo, de la democracia, de la justicia y de la libertad.
Pero, además, que ello no se proponga por el caso de razones poderosísimas como aquéllas que, en otros países civilizados, han interrumpido su orden constitucional sino que se haga, tan sólo, por berrinche incontrolado y por impotencia inaceptada.
Es necesario que los políticos estén a la altura del sistema en el que funcionan. Un sistema de las cualidades como las que hemos mencionado en el mexicano exige que sus protagonistas se conduzcan con la calidad correspondiente. No existe superioridad política completa en un sistema donde sólo unos cuantos se comportan con madurez normal mientras otros se conducen en la subnormalidad bestiaria.
w989298@prodigy.net.mx
@jeromeroapis
