Carmen Aristegui

Humberto Musacchio

En relación con la salida de Carmen Aristegui de MVS, la Secretaría de Gobernación emitió un comunicado con el siguiente texto: “Es deseable que este conflicto entre particulares se resuelva para que la empresa de comunicación y la periodista sigan aportando contenidos de valor a la sociedad mexicana”.

En otra parte del breve documento, se agrega que “el gobierno de la República ha respetado y valorado permanentemente el ejercicio crítico y profesional del periodismo, y seguirá haciéndolo con la convicción de que la pluralidad de opiniones es indispensable para el fortalecimiento de la vida democrática del país”.

Es destacable que, como en el conflicto del Instituto Politécnico Nacional, sea la Secretaría de Gobernación la que sale a afrontar el asunto, lo que muestra que en Bucareli hay más sensibilidad política que en otras oficinas públicas. Pero aun así, no es creíble que se trate nada más de un conflicto entre particulares, pues ya MVS había sufrido amenazas y represalias por mantener a Carmen Aristegui ante sus micrófonos. Recuérdese que en forma grosera le retiraron a esa empresa la concesión de la banda de 2.5 megahertz y que, de acuerdo con diversas publicaciones, el secretario del Trabajo de Felipe Calderón, el ahora senador Javier Lozano, espetó a los hermanos Vargas que se los llevaría la chingada o algo peor.

En cumplimiento de su labor informativa, Carmen Aristegui y su equipo destaparon casos que afectan los intereses del priismo, como la relación entre Emilio Gamboa y Mario Marín, el Góber Precioso; el trato que recibían las mujeres contratadas por el entonces líder del PRI capitalino Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre, la casa que el secretario de Hacienda adquirió del dueño de Grupo Higa y el palacete que supuestamente compró la esposa de Enrique Peña Nieto al mismo grupo, por cierto ampliamente favorecido con contratos del anterior gobernador del Estado de México y del gobierno federal de hoy.

Como el gobierno mexicano tiene recursos para obstruir el curso de los negocios, de perjudicar empresas y causar diversos problemas a los particulares, los Vargas optaron por entregar la cabeza de la periodista, pero nada les garantiza que será en beneficio de sus negocios, pues por lo pronto pierden a millones de radioescuchas y pronto perderán también anunciantes.

Pero perderá más, mucho más, el gobierno federal, pues nadie cree que la salida de Carmen Aristegui sea un mero asunto de particulares y los análisis y comentarios resultan del todo negativos para el ocupante de Los Pinos, pues se estima que el golpe es una venganza contra los periodistas que destaparon corruptelas. En tales condiciones, mi abuela diría: ¿pero qué necesidad?