Patricia Gutiérrez-Otero

No cabe duda que con los mexicanos funciona a maravilla el dicho de que “cada pueblo tiene el gobierno que merece”. Pasamos de un escándalo al otro, de una chingadera a la otra, una parte de la sociedad nos mostramos indignados, protestamos en las calles o en los medios o en las redes, firmamos peticiones, los directamente afectados siguen haciendo bloqueos de carreteras, manifestaciones en el país y en el extranjero, movilizaciones, marchas, y no pasa nada, salvo que poco a poco los ánimos se desinflan o que nos vemos sacudidos por un nuevo desmadre, y algunos recomenzamos con el ciclo de la indignación.

Los que de alguna manera nos sentimos ofendidos por las continuas agresiones que nos inflige el gobierno y la casta dominante tendemos a pensar que los mexicanos en general se sienten así, hasta que hablamos con nuestra familia, con nuestros compañeros de trabajo, con los vecinos, y nos quedamos helados al ver que nos repiten casi palabra por palabra lo que los grandes medios dicen, cómo explican el porqué de la situación, el porqué mataron a los 43 normalistas, “por revoltosos, por robar camiones, por no estar en lo suyo: estudiando”; el burlarse de Santa Carmen y decir que le fue cómo le fue porque no se sometió a su patrón, que debería acatar lo que le dicen porque es una empleada; dejar pasar que Gutiérrez de la Torre regrese campante al PRI y haber olvidado su red de empleadas prostitutas pagadas con el erario público; y escuchar uno tras otro, repetitivos, descuidados y absurdos los discursos de los funcionarios públicos de más alto rango que desmienten la realidad para negarla, porque a fuerza de negarla hacen que no exista. Es más, no sólo la desmienten: no es cierto que el ejército haya puesto un solo pie en el lugar en que atraparon a los jóvenes de Ayotzinapa, dicen; sino que no la mencionan; y no sólo no la mencionan, la inventan: en México se tiene controlada la crisis por la subida del barril de petróleo, en México ha descendido la tasa de violencia; en México se está controlando el desempleo, en México no se matan periodistas… ¡Las tabletas de 5° de primaria fueron un éxito! ¡Las reformas a la Constitución un gran logro! ¡La privatización del petróleo es lo que quería el General Cárdenas! Para quienes no tienen la posibilidad de rascar por falta de información, de formación, de contacto con la realidad, de embrutecimiento por la carga de horas laborales, de esperanzas o de dependencia de conseguir un hueso por pequeño que sea: una beca, un préstamo del gobierno, una exención de pagos, etcétera, todo permanece dentro del discurso oficial, dentro de la historia oficial. Tiene razón Buscaglia en que la sociedad civil mexicana es un gran impedimento para promover el cambio desde abajo porque es clientelar.

Además, opino que se respeten los Acuerdos de San Andrés, que se siga la investigación sobre los 43 normalistas de Ayotzinapa, que se dé marcha atrás en las reformas constitucionales y se respete la libertad de prensa.

 

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