Es necesario un cambio de estrategia
Félix Fuentes
Reclamos de organizaciones patronales como el Consejo Coordinador Empresarial y Coparmex, debidos a los críticos momentos del país, no han recibido respuestas.
Tocó turno a los banqueros. El viernes 20 pasado elevaron la voz y exigieron solución a la violencia del crimen organizado, a la corrupción y a la impunidad. También demandaron solución a dramas como la pobreza.
Ante el Ejecutivo Peña Nieto y por conducto de Luis Robles Miaja, presidente de la Asociación de Bancos de México, los depositarios del dinero criticaron la falta de soluciones a los diversos conflictos padecidos por la nación.
Robles Miaja fue terminante: “Tenemos que resolver la violencia del crimen organizado, la falta de vigencia plena del Estado de derecho, la corrupción y la impunidad, así como la falta de desarrollo institucional en algunos niveles de gobierno y su deficiente transparencia y rendición de cuentas”.
Todo un catálogo de exigencias, sobre todo en corrupción, impunidad y rendición de cuentas.
También demandó el dirigente de los banqueros: “Hay que resolver la pobreza y el desequilibrio regional, la informalidad, la baja productividad y la deficiencia educativa”.
Son un cerro de problemas que el gobierno de Peña Nieto no va a resolver de un día para otro, pero sí debiera acometer los más ingentes y cambiar de estrategia porque al cabo de más de dos años no le ha dado resultado el estilo asumido en el Estado de México, ni el discurso de casi todos los días que la población ha dejado de escuchar.
La afirmación del presidente Peña Nieto, dicha en Inglaterra, de que México está plagado de incredulidad y desconfianza, se convirtió en máxima de repetición en todos los medios y por los comentaristas.
Dijo el primer mandatario una verdad del tamaño de la república. La gente ha dejado de creer en su gobierno y no tiene confianza en sus mensajes y mucho menos en sus colaboradores.
A algunos funcionarios se les critica por sus fracasos en la aplicación de reformas aprobadas por el Congreso, principalmente la educativa y la fiscal.
A otros se les señalan actos de corrupción, relacionados con entregas de sumas millonarias a grupos de chantaje, en primer término los maestros de la Sección 22 de Oaxaca y de la CETEG guerrerenses, a electricistas liquidados de Luz y Fuerza del Centro y a no pocos vándalos que han tomado la medida al gobierno.
Se supone que las autoridades hacendarias se preocupan de que, en dos años del régimen peñista, creció la deuda nacional en 1.6 billones de pesos y concluyó 2014 con el débito descomunal de 7.4 billones de pesos. Es decir, significa 41.8% del producto interno bruto.
Los banqueros actualizan esas cuentas día a día y por ello tienen el pulso de la nación y cuanto sucede en finanzas, sin faltar el raquítico crecimiento económico, de menos de dos por ciento.
Se supone que a los propietarios de bancos sí darán respuestas los funcionarios peñistas a la cadena de graves problemas que formularon frente al primer mandatario. ¿O también serán ignorados como ha sucedido con los líderes empresariales?
