Umberto Eco

 

 

Marco Aurelio Carballo

Habla el periodista y escritor italiano Umberto Eco, autor del best-seller El nombre de la rosa: “Escribí una novela sobre periodismo (Número cero) porque escribo críticas del oficio desde los años sesenta. Escribir sobre cierto tipo de periodismo era una idea que me rondó desde siempre. Muchos han aplaudido lo que escribo del desmentido en prensa. La novela está llena de referencias al cinismo del editor, ese que edita un periódico para extorsionar”.

“Al escribir el libro —agrega Eco— pensaba en ese periodismo que hubo siempre y que en Italia  acaba de recibir el nombre de «máquina del fango». Consiste en que, para deslegitimar al adversario no hace falta que lo acuses de matar a su abuela o de que es pedófilo. Es suficiente con difundir sospecha sobre sus actitudes. En la novela aparece un magistrado sobre el que se lanzan sospechas, sin que se le descalifique de manera directa. Le dice estrafalario, que usa calcetines de colores. Mi novela no sólo es un acto de pesimismo. El director del periódico que no sale dice a través de su testaferro que la noticia no existe, es el periodista el que la crea”.

“Mi novela —dice el laureado escritor— no es sólo un acto de pesimismo sobre el periodismo de fango, acaba con un programa de la BBC, ejemplo de buen hacer. Muchos diarios se han reconocido, pero hacen como que hablo de otro. En la isla del día antes describo a un personaje haciendo un extraño experimento que descubre longitudes. Es muy cómico y la gente dijo: «Qué bonita la invención de Eco». Pues era de Galileo, que también tenía ideas locas y había inventado esa máquina para vendérsela a los holandeses. La crisis del periodismo empezó en los años 50 y 60, justo cuando llega la televisión”.

“¿Qué debe hacer un diario? —se pregunta el mismo Eco—, convertirse —responde— en semanario. Porque tiene tiempo: siete días para construir un reportaje. Varias personas contribuyen a una historia concreta que trabajan semanas o meses. Un periódico que en 1944 tenía 44 páginas hoy tiene 64. Y tiene que rellenar con noticias repetidas, cae en el chisme, no puede evitarlo. Es un problema grave porque es cierto lo que decía Hegel que la lectura de los periódicos es la oración de la mañana del hombre moderno. Yo no consigo tomar el café de la mañana si no hojeo el diario mirando los titulares. Como mucho, leo un editorial, un artículo de opinión. Un diario está hecho para que lo lean los viejos, ya que los jóvenes no leen; usan Internet. Habría que hacer  un periódico que se convierta no solo en crítica de la realidad cotidiana, también en crítica de la realidad virtual. Un posible futuro para el buen periodismo”.