Legitimidad, efectividad y legalidad

 

 

José Elías Romero Apis

En las democracias contemporáneas la estabilidad proviene de tres factores indispensables, ineludibles e insustituibles. La legitimidad, la efectividad y la legalidad. La legitimidad política es el respaldo que los ciudadanos le brindan a su gobierno. La efectividad es el conjunto de resultados de acción que el gobierno brinda a los ciudadanos. La legalidad es el respeto que unos y otros se brindan recíprocamente dentro y al amparo de la ley.

Cuando existen los tres factores el gobierno es, técnicamente, irremovible. Un gobierno que tiene el apoyo popular, que es altamente eficiente y que demuestra un fuerte respeto por la ley es indestructible. En una democracia se vuelve ultrapoderoso. Virtualmente se adueña de la nación. La problemática comienza cuando faltan alguno o algunos de estos factores.

Comencemos por la legitimación política que proviene de los resultados electorales. Éste es uno de los mayores problemas con los que tendremos que convivir. Por virtud de nuestro sistema y de nuestras circunstancias electorales somos un país de contiendas pluripartidistas muy equilibradas que determinan que, en México, no ganan los presidentes, ni los gobernadores, ni los legisladores, ni los alcaldes por mayoría absoluta sino por mayoría relativa. Es decir, con menos del 50% de votación aprobatoria. O, en otras palabras, con la mayoría ciudadana en contra. Ésta es una de las paradojas de la democracia mexicana. Que no instala gobiernos de mayoría sino gobiernos de minoría. Este fenómeno, que quizá se prorrogue 15 o 20 años, genera un factor de deslegitimación que hace dudar de la democracia.

El segundo factor, la efectividad, depende de los resultados positivos de una gestión y del cumplimiento de los compromisos contraídos o de las promesas empeñadas. Sin embargo éste es el aspecto más crítico cuando los gobiernos no logran lo que prometieron ni de lo que de ellas se esperaba.

Por último está la cuestión de la legalidad donde es muy grave que los gobiernos demuestren un muy relativo apego a la ley que puede ir desde violaciones leves hasta vulneraciones graves al orden constitucional.

Pero, ¿qué pasa cuando a un gobierno le falta alguno o algunos de esos tres factores?

Si a un gobierno le faltan dosis suficientes de legitimidad pero tiene las necesarias de efectividad y de legalidad, fácilmente superará o suplirá tal carencia. Un gobierno que produce muchos resultados y que es muy respetuoso de los derechos, si no gana en simpatía sí gana en respeto. Y el respeto político bien ganado no es una base de sustentación política menor sino una mayor y muy firme.

Si carece de efectividad pero tiene legitimidad y legalidad, puede transitar. Será un gobierno simpático y no dañino, con una inutilidad perdonable, sobre todo si su tiempo remanente ya es breve y perentorio.

Por último si se salta las trancas de la ley pero tiene mucho apoyo popular y produce muchos resultados, cada sociedad determinará el precio y el pago de los beneficios. Sólo ellos sopesarán la carga y determinarán el flete.

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