Elecciones

 

 

Viridiana Vega

Recientemente, justo en la primera mitad de marzo, se celebraron elecciones a escala nacional en Israel, con el fin de establecer la composición de la nueva Knesset (Parlamento) y del gobierno que se establecerá, ya que es una nueva democracia parlamentaria; el primer ministro, a cargo del gobierno de Israel, es elegido por los miembros de la Knesset.

A comparación de México, en Israel las campañas electorales están acompañadas de importantes debates en los que se discuten diferentes temas de interés para la sociedad que, además, muestra gran interés por los asuntos políticos, tanto los que se refieren a la política interna y las relaciones exteriores, además de participar activamente en cada proceso electoral.

El Estado de Israel absorbe la mayor parte de los presupuestos de los partidos y sólo una mínima fracción de su financiamiento es a través de otras fuentes diferentes al presupuesto establecido en la Ley de Financiamiento de Partidos, que estipula una asignación a cada facción según la tasa de una “unidad de financiamiento” predefinida.

En relación con el financiamiento no público, como contribuciones y cuotas de afiliación, es extremadamente estricta y restrictiva, pues ninguna facción puede recibir contribuciones, directas o indirectas, de ninguna persona o sus dependientes que rebase la suma establecida por ley y que esté relacionada con el Índice de Precios de Consumo. Las corporaciones no tienen autorización para realizar donaciones a los partidos.

Las campañas en televisión comienzan 21 días antes de las elecciones; toda la propaganda es transmitida de manera gratuita, en televisión y radio, aunque los partidos son responsables de prepararla.

Bajo el principio de igualdad de oportunidades está prohibido adquirir tiempo de transmisión y sólo a las facciones que tienen candidatos, que se desempeñaron en la Knesset saliente, les es asignada una cantidad de tiempo adicional basada en su número de exmiembros de la Knesset.

Pronto serán también las elecciones presidenciales en Estados Unidos y al menos las de 2012 tuvieron algo en común con México: sus mensajes políticos le llegaban a todos los contendientes, menos a los votantes aunados a la costosa inversión, pues las campañas electorales mueven cantidades incontables de dólares que permite la ley de financiación sin límite.

Esa ley, desde 2010, producto de una decisión que a pesar de las manifestaciones en contra que alertaban sobre una posible perversión del sistema, fue aprobada por el Tribunal Supremo en enero de ese año.

En Estados Unidos, la ideología es un factor determinante para incitar la participación y el convencimiento del electorado, sin embargo, la importancia recae en la cantidad de dinero recaudado para las campañas, la forma de financiación de los comicios en donde se observan modestas intervenciones donadas por millonarios y empresas.