Degradación de la vida pública

 

Al gobernar aprendí a pasar de la ética

de los principios a

la ética de las responsabilidades.

Felipe González

José Fonseca

Ni los partidos ni un sector importante de la opinión publicada quisieron oír lo dicho por el doctor José Woldenberg. Quizá porque tanto a los políticos como a los medios el exconsejero presidente del extinto IFE los describió como “corresponsables de la calidad de la vida pública”.

Algunos colegas hasta reaccionaron enojados porque el doctor Woldenberg se haya atrevido a recordarnos que la libertad de expresión conlleva responsabilidad.

En la natural efervescencia del actual proceso electoral, se han intensificado las críticas a los partidos políticos y sus campañas. Se las merecen, por supuesto.

Las críticas son más ácidas en ese muro de grafiti libertario que son las redes sociales, las cuales exacerban los ánimos de los más exaltados y son vía propicia para difundir rumores, chismes y, ciertamente, una buena dosis de propaganda política.

El nivel de los discursos de campaña, el incesante intercambio de acusaciones y denuncias, presentes en los deleznables y prescindibles spots con que se bombardea al ciudadano común son la evidencia de la degradación de la vida pública.

A nadie pueden culpar los partidos políticos y los especialistas en las ciencias políticas, pues en estas elecciones intermedias, como en todas las anteriores, la regla es la desatención ciudadana, quizá con las honrosas excepciones de algunas elecciones de gobernador que están más o menos competidas.

Si quieren pueden echarle la culpa a las distintas cofradías mediáticas que, cada una por sus propias razones, se han dedicado a demoler la imagen de los partidos, de los políticos y de la política y de las mismas autoridades electorales.

Pero no pueden eludir su responsabilidad en lo bajo de la calidad de la vida pública. Nunca más claro que en el actual proceso electoral. Por eso caló el claro razonamiento del doctor Woldenberg.

Algunos opinadores tomaron muy personal que haya incluido los medios de comunicación como corresponsables de la degradación de la vida pública. Algunos oficiosos se indignaron porque se confirmaría la sentencia del filósofo español: “Seguimos privilegiando el chisme sobre la propuesta”.

Aquí parecemos dispuestos a confirmar la advertencia del periodista norteamericano Dan Rather, quien hace más de 20 años nos previno contra el periodismo espectáculo.

No olvidemos lo dicho recientemente lo dicho por Mario Vargas Llosa: “Si mantenemos nuestro desprecio por la política, vamos a terminar haciéndola despreciable”.

jfonseca@cafepolitico.com