El terreno de las emociones humanas
La habilidad moderna no consiste en esconder
la emoción, sino en afectarla.
Gilbert Keith Chesterton
José Fonseca
A mediados de 1966, Richard Nixon rumiaba retirarse de la vida política. Acababa de perder la elección de gobernador de California, su último esfuerzo por recuperarse tras perder en 1960 la elección presidencial ante John F. Kennedy.
Un oscuro publicista le escribió una carta en la cual lo conminaba a buscar la candidatura presidencial otra vez.
“Las condiciones están dadas para que los electores sean receptivos a un mensaje distinto. La gente está preocupada por los desórdenes callejeros resultantes de la agitación universitaria que se opone a la guerra de Vietnam. Está lista para escuchar un mensaje simple y sencillo: ley y orden”.
Nixon invitó al publicista a conversar y pocos meses después empezó a contender en las elecciones primarias para buscar la candidatura republicana por la Casa Blanca. Su mensaje de “ley y orden” caló en los votantes y fue elegido.
Como los políticos de toda la historia, apeló a las emociones de los votantes.
El actual proceso electoral que culminará con las elecciones del próximo siete de junio ha provocado muchas críticas. Se critica a los partidos por la banalidad de sus spots, por la guerra sucia entre los candidatos y se les acusa de degradar el debate político. Todos los dimes y diretes, al final de cuentas, buscan predisponer el ánimo de los votantes contra los adversarios. Luego, se apela a las emociones.
Pero en este proceso electoral no sólo los partidos apelan a las emociones de los ciudadanos y ciudadanas. Con la misma intención actúan las innumerables organizaciones de la sociedad civil.
Lo mismo las que enarbolan la causa educativa que las que pelean por la transparencia y la rendición de cuentas, sin olvidar las que luchan contra la corrupción.
Las denuncias de presunta corrupción, de presuntos despilfarros gubernamentales, de laxitud para aplicar con rigor la reforma educativa son la herramienta de las ONG y las opiniones publicada e ilustrada para provocar indignación, enojo, reclamaciones.
Como se puede apreciar, quizá por buenas razones, como ellos dicen, en realidad se comportan como los partidos en campaña, intentan apelar a las emociones de los ciudadanos y ciudadanas.
Nada como para escandalizarse. Ésa es la faceta de la democracia que los teóricos nunca nos explicaron, pero esa faceta muestra que con todos sus defectos la democracia es el terreno de las emociones humanas, de las mejores y de las peores. Cosas de la condición humana.
jfonseca@cafepolitico.com
