Norma Salazar

Antes que Gutemberg modificara el cosmos de la letra a través de la imprenta, la letra escrita ya describía su gran valor como arma para asentar el lenguaje y hacerlo de una forma más atractiva. Claro ejemplo es la caligrafía china y árabe, las letras capitulares y la manuscrita medieval, esta búsqueda de modernizar el alfabeto con base en a las formas estéticas de distintas épocas (observemos la caligrafía gótica como reflejo del arte gótico en otras manifestaciones visuales como la pintura) son modelos que nos comunican la calidad de la letra en su dimensión visualmente estética. Otro punto primordial es la escritura de cada persona, una marca de individualidad y según afirman los psicólogos, es también un modo de conocer ciertos rostros de personalidad revelados a través de los trazos. La escritura reformó la palabra hablada, originalmente oral a un espacio visual y la impresión la incrustó categóricamente en el espacio.

Siglos después Mallarmé exploró el valor simbólico de las letras, el autor de Un coup de dés concibió un texto donde la tipografía adquiere el estatus de signo; instituyó a la literatura como una interrogación sobre el lenguaje y la significación inmediata de la palabra; resignificó el espacio en blanco los blancos activos como un dispositivo de creación convirtiéndolo a su vez en un fondo donde se inscribía el discurso, forma y contenido.

A partir de esta recuperación del espacio y de la concepción de que el blanco puede ser al mismo tiempo silencio y voz, la poesía visual obtuvo presencia como objeto artístico. Para los poetas concretos brasileños, aspiraban que el espacio se concibiera como condición de una nueva realidad rítmica, como un razonamiento de estructura, es decir el poema visual es importante por lo que dice el discurso que el lugar donde está inserto el espacio y esto nos conduce a una particularidad importante que se encuentra en el poema visual y que lo distingue de otras expresiones literarias. Esto nos habla evidentemente de nuestra concepción de la obra en las artes plásticas y la literatura y del carácter iconotextual de la poesía visual, misma que al estar hecha de los materiales propios de las artes visuales se convierte en un fenómeno interartístico.

Lugar es donde el espacio cicatriza, del poeta y pintor Marco Antonio Montes de Oca (Edición y textos introductorios: Rodolfo Mata y Carlos Pineda), no sólo se lee, sino que se contempla como un cuadro, una fotografía. Al incorporar el espacio como elemento importante, se intenta explotar otros elementos como la tipografía, el color, el carácter material de la letra se invita al lector a participar activamente en la re-construcción del poema ofreciendo en muchas ocasiones la posibilidad de llevar a cabo múltiples lecturas, la espacialidad permite la combinación de la palabra, la materialización del discurso, la unión del tiempo y el espacio propio del poema visual. Análisis de este tipo de poesía vanguardista se centran en el aspecto visual, otros en el aspecto literario-lingüístico, sin tomar en cuenta que imagen, tipografía, color y disposición visual van de la mano del contenido semántico de cada una de las palabras que aparecen en el poema y lo más importante qué relación se establece entre ellas. Ejemplo, el poema Piñata que se lee de forma inversa, es decir, de abajo hacia arriba: “yo/hoy/hoyo/hoy/yo”.

Ambos aspectos son indispensables e inseparables y lo recrea estupendamente el poeta Marco Antonio Montes de Oca en imagen, palabra relaciones en poesía sonora, poesía conceptual, poesía experimental. En el campo visual importan las palabras y las cinco palabras distribuidas en un infinito que conceden en un origami gramatical pero además la tipografía lleva un matiz importante que está vinculado con el color y la dimensión, distribución y ubicación de las letras existe para el lector espacios infinitos, es decir “los blancos activos”, creando vasos comunicantes con la imagen de la letra que revela las lecturas cardinales a la palabra hablada “YO” estas son materia prima sobre la superficie del papel, Montes de Oca intenta sustentar su quehacer poético en signos y éstos a su vez en surtidores sensoriales. El poema como ser vivo se propaga, va más allá de las convencionalidades turbando los signos del lenguaje y reclamando su libertad.

Distribuido en las dos páginas siguientes y de hecho le habla directamente resignificando los elementos que lo constituyen a partir de su forma intertextual.

No debemos olvidar el siguiente replanteamiento que es fundamental en este tipo de lecturas y es que nos muestran una mejor definición de lo que entendemos por vanguardia-visual con las dos clasificaciones a su vez elementos indispensables para su construcción de orden literario-lingüístico, Edward Gottschall en The art of looking sideways, dice: “La poesía visual lleva a su culminación la acción recíproca/ entre las palabras articuladas y el espacio tipográfico. (…)// Juega con la dialéctica de la palabra fija en el espacio”.