El pueblo egipcio no puede comprenderse sin conocer su religión, sus mitos y quienes los protagonizaron; todo el simbolismo presente en ellos es lo que nos explica su forma de vida, sus relaciones y su historia. Por ello, desde antes de que Howard Carter descubriera la tumba de Tutankamón en1922, existen investigaciones realizadas por expertos que demuestran que en el Antiguo Egipto, los faraones mantenían relaciones sexuales con miembros de su propia familia.

Esto es comprobable gracias a la nueva investigación realizada por la Universidad de Zurich, quien de manera científica pudo afirmar que la altura de una parte de las momias que se conservan en la actualidad se vio alterada por el incesto.

Según información de ABC.es, el profesor Frank Rühli, uno de los principales artífices de la investigación señaló que estas relaciones antinaturales sucedían debido a que los faraones creían haber sido enviados por los dioses y, en determinados casos, no estaban dispuestos a yacer con una mortal. Por ello, veían el incesto como una forma de mantener su sangre y linaje limpios.

La diferencia radicaba en unos 5 centímetros en el caso de los hombres, mientras que la altura media de un plebeyo entre los años 2925 y 1070 a.C. era de 1,61 metros, la de los miembros de la alta realeza era de 1,66 metros.

Para llegar a esta conclusión, Rühli y su equipo (del Instituto de Medicina Evolutiva en la Universidad de Zurich) estudiaron 259 momias, todas ellas de miembros de la realeza de la época. A pesar de los problemas, debido a que no les fue permitido analizar los restos que son celosamente guardados por los museos, se propusieron establecer la altura de los fallecidos y compararla con la de los plebeyos de entonces.

“Tras terminar las mediciones, nos percatamos de que la altura de los faraones cambió menos a lo largo del tiempo que la de los plebeyos. Eso es un indicador de consanguineidad”, destaca Rühli en declaraciones recogidas por una cadena anglosajona.