El grupo terrorista Estado Islámico (EI) tomó este lunes el control de nuevas zonas en el desierto central sirio, donde se ubica la provincia de Homs, fronteriza con Irak, informó el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH).

Los extremistas avanzaron por la carretera que une la ciudad monumental de Palmira, de la que tomaron el control el miércoles, con Damasco y se hicieron con el dominio de unas minas de fosfatos y unas viviendas cercanas en el área de Jinifis, también en Homs.

Los yihadistas iniciaron el pasado 13 una ofensiva en el este de Homs, donde conquistaron las localidades de Al Ameriya, Sujna y Palmira, así como los campos de gas de Al Arak y al Hil y la zona de Sauana, entre otros; además, tienen en su poder el paso de Al Walid, también conocido como Al Tanf, fronterizo con la provincia iraquí de Al Anbar.

Hace cinco días, el Observatorio indicó que el EI controlaba ya más de 50 por ciento del territorio sirio, que equivale a 95 mil kilómetros cuadrados, tras los recientes avances; el grupo está presente en nueve provincias sirias: Homs, Al Raqa, Deir al Zur, Al Hasaka, Hama, Alepo, Damasco, Rif Damasco y Sueida.

Los yihadistas dominan la mayoría de los campos de gas del país, menos el yacimiento de Al Shaer, en el este de Homs y en manos del régimen, y el de Ramilan, que controlan las Unidades de Protección del Pueblo -milicias kurdo sirias-, en Al Hasaka.

El Estado Islámico proclamó a finales de junio de 2014 un califato en Siria e Irak, por lo que en busca de su objetivo han logrado expandirse en el territorio sirio pese a los bombardeos de la coalición internacional, iniciados el pasado 23 de septiembre.

La aviación siria bombardeó este lunes intensamente la ciudad de Palmira, dejando al menos cuatro civiles muertos, dijo una ONG.

“Desde esta mañana (lunes), la aviación del régimen efectuó 15 ataques contra Palmira y sus suburbios. Se trata de los bombardeos más intensos desde que (los yihadistas) tomaran la ciudad”, informó OSDH.

Milicias chiíes avanzan

Las autoridades iraquíes rechazaron las acusaciones de EU de que fueron incapaces de combatir y de mostrar voluntad de lucha contra el EI en Ramadi.

Las milicias chiíes que apoyan a las fuerzas gubernamentales de Irak han tomado este martes el control de la operación para recuperar la provincia de Al Anbar (suní) de manos del Estado Islámico (EI), ha anunciado un portavoz de los paramilitares.

La medida revela tanto la desesperación de las autoridades tras la captura de Ramadi por los yihadistas, como las enormes dificultades que afrontan para estructurar un Ejército nacional por encima de las divisiones confesionales.

“La Operación Labaik Ya Husein está dirigida por las unidades de Movilización Popular, en cooperación y coordinación con las Fuerzas Armadas”, informó Ahmed al Asadi durante una conferencia de prensa televisada.

El Ejército y esas unidades, compuestas de voluntarios esencialmente chiíes, lanzaron el pasado sábado la ofensiva para recuperar Ramadi, la capital de Al Anbar, a un centenar de kilómetros de Bagdad.

Ahora, sin embargo, bajo la dirección de las milicias, se ha ampliado la operación para asegurar los accesos desde la vecina provincia de Saladino, donde el EI trata de hacerse con la refinería de Baiji y asedia las rutas de abastecimiento.

“Acabaremos la liberación de Saladino y sitiaremos Ramadi, antes de liberarla”, aseguró el portavoz, “creemos que no llevará mucho tiempo”; el desempeño de esas milicias en varias zonas del norte del país ha probado su eficacia en el combate.

Los seguidores del EI se caracterizan por un gran espíritu de combate. Comienzan sus ofensivas con atentados suicidas que abren el camino a los atacantes. La cúpula militar está formada sobre todo por oficiales bien entrenados que combatieron en el ejército iraquí en la época de Saddam Hussein.

Por su parte, el ejército de Irak está consumido por la corrupción; las tropas están desmotivadas y mal formadas. Cuando el EI tomó en 2014 la importante ciudad de Mosul, los soldados salieron corriendo. También en Siria el ejército del gobierno está exhausto tras una serie de duras derrotas.

Dudas sobre estrategias

La tensión por la incapacidad del Ejército para defender la capital de Al Anbar ha provocado diferencias con Washington. La Casa Blanca esperaba que Al Abadi fuera capaz de ganarse el apoyo de las fuerzas tribales suníes en esa provincia, como los Marines norteamericanos hicieron en 2008 para derrotar a Al Qaeda; el primer ministro, por su parte, ha pedido más ayuda internacional para hacer frente al EI.

Algunos observadores aseguran que la caída de Ramadi no sólo plantea dudas sobre la estrategia iraquí, sino también sobre la de EU. Los más de 3 mil bombardeos aéreos de la coalición que dirige no han impedido que el EI consolide el califato proclamado el año pasado entre Irak y Siria.

Según este análisis, la decisión de no enviar tropas de tierra ha dejado un vacío que está llenando Irán, la principal fuente de armas y asesoramiento de las milicias chiíes, y el motivo último de la desconfianza de la población suní y de los países árabes vecinos, sin cuya ayuda resulta imposible vencer a los yihadistas.

Gran parte de los 55 mil residentes que según la ONU han huido de Ramadi están teniendo problemas para encontrar refugio seguro; los detienen en los controles de acceso a otras provincias por temor a que algunos sean infiltrados yihadistas.

Información de Excélsior y El País, España