El mundo futuro
Agustín H. Berea*
Los acontecimientos recientes en Grecia y Egipto señalan la presencia de una generación joven desafectada que demanda participación en la vida pública reemplazando a los grupos de poder actuales junto con sus intereses especiales.
La victoria del partido Syriza en Grecia sorprendió al mundo a principios del año. Prácticamente al mismo tiempo tenía lugar una nueva ola de protestas en Egipto. En ambos casos la consigna era la misma: cambiar a favor de un gobierno joven, sin corrupción ni compromisos con los sectores influyentes tradicionales.
En Grecia la victoria se acercó lentamente, con cada elección los nuevos partidos ganaron cada vez más terreno, hasta que la mayoría en el Congreso fue inevitable. Casi inmediatamente el gobierno del joven primer ministro Alexis Tsipras enfrentó a los prestamistas europeos bajo la consigna de renegociar las condiciones del préstamo, especialmente las relativas a la austeridad que siguen pegando al empleo y el poder adquisitivo.
En Egipto las revueltas de 2011 llevaron a una transición vigilada por el ejército, mismo que destituyó al presidente electo cuando vieron su posición amenazada. Actualmente se renovó el ánimo de protestas puesto que las demandas iniciales de mayores oportunidades en empleo y mejores condiciones económicas siguen sin cumplirse. Mientras su visibilidad ha disminuido, las noticias más recientes hablan sobre ejecuciones de opositores y criminalización de la protesta.
Ambos procesos surgieron de grupos de jóvenes afectados porque hallar un empleo es casi imposible, porque cuando lo hacen difícilmente paga lo suficiente para vivir decorosamente, toda vez que los mejores puestos siguen ocupados por el establecimiento tradicional y sus aliados.
En el fondo, estos movimientos jóvenes tienen un objetivo claro: terminar con los intereses de los grupos anquilosados en el poder, particularmente la corrupción que surge de los vínculos entre empresarios y políticos, sus redes de favores y compromisos. Aunque encomiable, este cambio será un proceso largo, a pesar de sus señales iniciales de cambios abruptos y violentos.
Sólo el tiempo revelará los resultados del proceso de cambio generacional. Por ahora debemos observar y aprender de una dinámica que seguro veremos en otras partes del mundo.
agustinberea@yahoo.com