Irrupción de candidaturas independientes

 

 

La cólera es una ráfaga de viento que

apaga la lámpara de la inteligencia.

Robert Green Ingerson

José Fonseca

Como en toda elección, la del domingo pasado no fue excepción, hubo ganadores y perdedores.

Y, como en todas las elecciones, se equivocaron quienes nos aseguraron que interpretaban fielmente lo que piensan los ciudadanos y ciudadanas de esta república nuestra.

Particularmente se equivocaron los indignados, porque supusieron que su indignación era compartida por los ciudadanos y ciudadanas y, por lo tanto, expresarían esa indignación en las urnas.

Por supuesto que hay insatisfacción, la cual se explica no sólo por las dificultades de la vida cotidiana, sino también porque desde ya hace varios años se repite diariamente que la política es un asco, que el sistema de partidos es una porquería.

Bombardeados a diario con ese mensaje, los votantes acudimos a votar insatisfechos, pero, desafortunadamente para los agoreros del desastre no acudimos a las urnas presas de sacrosanta indignación.

Por eso la votación nacional, la que eligió a los diputados federales, no fue un referéndum como esperaban los indignados, reflejó sí una cierta insatisfacción, pero sin arrebatos delirantes.

Al revisar los resultados de las elecciones locales, las de alcaldes y gobernadores, se comprobó una vez más que, como siempre, los resultados de estos comicios responden al juego y rejuego de los grupos de poder locales.

No se puede ignorar que los resultados de las elecciones de gobernador reflejan filias y fobias locales. De otra manera no se explicaría la contundente derrota del PRI en Querétaro, una entidad relativamente en paz y, sobre todo, con gran prosperidad generalizada. Ahí, como en otras cinco elecciones de gobernador, los intereses locales, sociales, económicos y políticos decidieron la alternancia.

Lo más relevante de la pasadas elecciones, salvo la confirmación de que Andrés Manuel López Obrador mete en una crisis al PRD al arrebatarle el poder absoluto en el Distrito Federal y cercenarla una porción importante de su militancia, es la irrupción de las candidaturas independientes.

Cierto, le dan un aire de modernidad a la democracia mexicana, pero también abren una puerta que ya no será fácil cerrar: la posibilidad de que los poderes económicos decidan ya no negociar con los partidos políticos y patrocinar sus propios candidatos independientes, los cuales, evidentemente responderán sólo a sus intereses. Lo veremos a la hora de la próxima reforma electoral, en la cual se darán más facilidades a las candidaturas independientes. Insisto, una puerta a la modernidad, pero también cuyas consecuencias serán imprevisibles para la democracia mexicana.

                                                                      jfonseca@cafepolitico.com