David Boyás
“¿Y si la emoción y la razón anduvieran del brazo?”
Dos fueron las ocasiones en que el gran escritor uruguayo Eduardo Galeano (1940-2015) visitó la Universidad Nacional Autónoma de México. Miles de personas abarrotaron entonces el Centro Cultural Universitario al igual que el pasado martes 9 de junio, día en que acudimos a la presentación de su libro póstumo Mujeres (2015). La Miguel Covarrubias, las salas de cine y la Carlos Chávez fueron insuficientes para tal acontecimiento
La coordinadora de Difusión Cultural, María Teresa Uriarte, presentó a los invitados de honor, también amigos del escritor y destacados estudiosos, como Marta Lamas, fundadora de la revista Debate feminista.
La investigadora aseveró que Eduardo Galeano agrega en este libro su crítica política radical a la concepción de la mujer como algo “fabuloso” que tienen la mayoría de los escritores de lengua española. En 170 instantáneas, presenta el autor una denuncia implacable contra creencias sexistas, pero con la agudeza y humor conocidos.
El escritor hace desfilar a mujeres marcadas por su lucha en torno a una causa. Algunas de ellas desconocidas, aparecen en la obra con la intención de darles voz y rostro, como las prostitutas de la Patagonia que se negaron a atender a unos soldados que habían participado en una represión obrera.
Gilberto Prado Galán apareció con una playera del Santos, equipo ganador del torneo de futbol mexicano. Eduardo Galeano amaba el fútbol y en su correspondencia con Prado le manifestaba su deseo de acudir a un partido del equipo de la comarca lagunera.
Para Prado, quien nueve años mantuvo una relación epistolar con Galeano, el escritor “se dedicó la vida entera a espabilar la conciencia de sus lectores, para intentar —desde la trinchera ‘sentipensante’, como él solía decir— la transformación de un mundo injusto”.
Hace ya 44 años se publicó Las venas abiertas de América Latina (1971). Con la lectura de su último libro puede verse un cambio de estilo que fue analizado por el notable historiador mexicano Alfredo López Austin. Para el también antropólogo, Eduardo Galeano era un historiador especializado como pocos en la historia del presente. Su escritura era directa, clara, dominaba varios géneros y los mezclaba como en una lluvia de estrellas. Todo lo anterior, aprendido del periodismo. Si sus primeras obras fueron el armazón político en que descansó su creación posterior, Mujeres y otros libros recientes son los ejemplos de sus ideas fundamentales. Siempre con fuerza de lucha.
Galeano sabía que “con la mujer la historia se embellece” y por eso, aseguró López Austin, era un autor confiable para sus lectores, el gran público, ése que está ávido de verdades, como los jóvenes.
“Galeano era la sangre de nuestras venas abiertas” dijo al público Elena Poniatowska, quien lo entrevistó múltiples veces desde que llegó a la calle de Morena en la Ciudad de México, primera sede de Editorial Siglo XXI, lugar donde se reunían los refugiados de las dictaduras latinoamericanas. Videla, el dictador de Argentina, tenía a Galeano en su lista negra. “Se despejó de todos los atributos de la gloria” aseguró Poniatowska, quien también afirmó que “después de leerlo, conocemos mejor nuestro continente, […] toda su obra es la declaración de amor a América Latina”.
Jaime Labastida modero la mesa e invitó a las mujeres del público a leer.

