Es necesaria la movilidad social

 

La pobreza no es socialismo.

Deng Xiaoping

José Fonseca

En un editorial, Mario Luis Fuentes afirma que el gran reto para México es generar un estado de bienestar, para superar la desigualdad, resultado de una mayor concentración de la riqueza.

No les falta razón a las organizaciones de la sociedad civil, algunas vinculadas a empresarios, que han concluido que la pobreza y la desigualdad son un pesado lastre para al sano desarrollo económico y social de la república.

Sin embargo, personalmente difiero de un experto como Mario Luis Fuentes. No hay que construir un estado de bienestar, hay que reconstruir lo que tuvimos y que nos arrebató la modernidad.

Crecí en un México que durante más de una generación fue una sociedad de oportunidades. Un México que poseía eso que los sociólogos llaman movilidad social, la cual permitía el ascenso social. Un México en el cual mientras más educación se obtenía en un sistema de educación pública se lograba ese ascenso social.

Fue el México de oportunidades, oscurecido por la perversidad de los tejedores de leyendas que aprovechan que las nuevas generaciones desconocen el enorme esfuerzo que representó la construcción de instituciones y de vías de movilidad social.

Por supuesto que sería ingenuo sugerir que las políticas públicas que aplicaron los gobiernos de hace medio siglo sean las apropiadas para el siglo XXI. Sería imposible que un mundo globalizado económica y hasta políticamente se aplicaran políticas aislacionistas.

Impensable que se aplicara la sustitución de importaciones y que se cerrara la frontera al comercio internacional para proteger la industria nacional. Hoy hay que competir con ese mundo globalizado y, cuando se pueda, los empresarios mexicanos deben incursionar en los mercados internacionales, como algunos lo han logrado.

Creo que si después de la Segunda Guerra Mundial las elites mexicanas tuvieron el talento para empezar a construir la versión nacional del Estado de bienestar, no hay razón para que las elites mexicanas no puedan reconstruirlo. Claro, con las herramientas, tecnologías y expertise del siglo XXI.

Al final del día es cosa de voluntad política, pero también de cohesión entre las elites mexicanas.

Si nuestras elites no estuvieran tan ocupadas en sus rencillas, rencores y querellas mezquinas, estoy seguro de que México estaría en condiciones de recuperar lo fundamental de aquel “desarrollo estabilizador”: hacer de la república una sociedad de oportunidades, con una intensa movilidad social.

Creo firmemente que ésas son las herramientas para ir reduciendo los efectos perversos de nuestras históricas desigualdad y pobreza.

 

                                         jfonseca@cafepolitico.com