Juan Antonio Rosado


México ha sido una cultura rica en poetas y narradores, pero también en ese género híbrido al que Ortega y Gasset definía como “la ciencia, menos la prueba explícita”, o Alfonso Reyes como “el centauro de los géneros”, es decir, el ensayo, caracterizado por Armando González Torres, en su texto “Del elusivo objeto del ensayo”, como “asistemático”: “bajo la denominación de ensayo —continúa González— es posible amparar escrituras muy distintas, desde la miniatura literaria hasta el escrito de divulgación científica o académica; desde el texto de observación de las costumbres hasta esas invenciones vecinas del relato y la poesía”. Los temas de este género expositivo-argumentativo son tan variados como los de la narrativa o la poesía. ¿Pero qué ocurre en México con el ensayo reciente? González Torres intenta responder  —necesariamente de modo parcial— a esta interrogante, con su antología 20 años de ensayo, volumen de quinientas páginas que incluye a treinta y cinco ensayistas, todos ex becarios del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (fonca) en ese rubro.

En su mencionado ensayo-prólogo, el antologador realiza un breve recorrido por las distintas situaciones del género en México a partir de nuestra búsqueda de identidad, pasando por la llamada generación de Medio Siglo, para llegar a algunos de los ensayistas más actuales que, además, tuvimos la suerte de ser becarios en el programa Jóvenes Creadores del fonca. González Torres eligió por lo menos a un ensayista de cada generación, a fin de “dar cuenta del amplio abanico de temas que han ocupado la imaginación de los ensayistas durante estos últimos veinte años”.

El autor se cuida de advertir que su antología no es un libro panorámico del ensayo contemporáneo mexicano y menciona a varios ensayistas representativos que, por no haber estado en el programa del fonca del área ensayo, no se incluyen en la antología. A partir del criterio anterior, González recorre distintas generaciones de ensayistas, desde la “etapa prehistórica” del fonca hasta la generación 2008-2009; es decir, desde autores como Hugo Diego Blanco y Alejandro Toledo, hasta jóvenes como Melina Balcázar Moreno, Sergio Rodríguez Blanco y Karla Villegas. Hay, pues, una gran pluralidad de estilos, tonos y temas: desde quien escribe ensayo sobre algún autor (es el caso de Armando Oviedo, José Antonio Lugo, Horacio Ortiz, Mary Carmen Sánchez Ambriz, entre otros muchos) hasta quien escribe sobre algún tema en particular (la Ciudad de México, en el caso de Graciela Martínez-Zalce; la Luna, en el de Mónica Bernal Bejarle; el discurso posmoderno, en el de Mayra Inzunza, etcétera).

Otros ensayistas antologados que continúan generando reflexiones para la literatura mexicana actual son José Antonio Aguilar Rivera, Mauricio Montiel Figueiras, Gabriel Bernal Granados, Karla Montalvo, Miguel Ángel Quemain, Tania Carreño King, María Teresa Meneses, Mauricio López Noriega, Bruno H. Piché, Vivian Abenshunshan, Fernando de León, Paola Velasco, Valeria Luiselli y quien esto escribe. Me es imposible mencionarlos a todos en esta nota, pero lo esencial es que los perfiles intelectuales, los intereses u obsesiones son a veces afines; otras, contrastantes e incluso irreconciliables desde los puntos de vista de la motivación y la intención. Hay ensayos lúdicos y académicos; entre ambos polos, un considerable número de posibilidades.

La lectura de esta heterogénea antología es —a mi parecer— necesaria para penetrar más en los razonamientos, en los diversos ejercicios del criterio de algunas de las cabezas pensantes —abrumadora minoría en un país como el nuestro— que han surgido o continuado con su oficio en el fonca de inicios de los años noventa a 2009.

Armando González Torres
(selección e introducción), 20 años de ensayo. Jóvenes Creadores del fonca.
conaculta, México, 2010; 500 pp.