Bernardo González Solano
Todo un crucigrama ha resultado la crisis económica y financiera de Grecia. El asunto, que ya va para largo, se ha convertido, ad hoc, en una “tragedia griega”, y si alguien sabe del tema es precisamente la sociedad helénica. Lo malo del caso es que los perjudicados son los griegos más pobres y en este mundo globalizado que todo lo engulle, muchos otros países de la Unión Europea podrían caer en crisis por el efecto dominó como ha sucedido en otras ocasiones. A como se han desarrollado las cosas en los últimos días, la única opción que subsistía era la intervención de Zeus, padre de los dioses de la mitología griega, lo cual, como usted sabe, apreciado lector, es imposible. La suspensión de pagos —los 1,600 millones de euros que el martes 30 de junio debería pagar Atenas–, era oficial en el momento en que escribía este reportaje. Siempre a la espera de un “milagro” de ultimo minuto. Lo que siga, como dice el viejo tango: “sólo Dios sabrá”. Ningún mandatario europeo, o un economista, por más sabio y premios Nobel haya recibido, pudo presentar una fórmula matemática para resolver el crucigrama. Así de simple o de complicado, como gustéis. Esto no es asunto de simpatías o diferencias, sino de la cruda realidad. Atenas debe y no paga. Los acreedores quieren lo suyo. ¿Quién es el culpable? eso ya es harina de otro costal.
Y, a las 22.00 GMT, del jueves 30 de junio, se confirmó lo que todo mundo temía: Atenas no pagó. El tiempo se terminó. Por lo mismo, el FMI no recibió el pago de los 1,600 euros que el gobierno heleno debía hacer y declaró al país “en mora”. Este es el primer impago de un país avanzado en más de siete décadas de historia del Fondo y el de mayor cuantía. El último caso se dio en 2001, cuando un país africano, Zimbabue, incurrió en suspensión de pagos de gran magnitud con el organismo internacional.
En un breve comunicado, Gerry Rice, portavoz de la institución, indicó: “Confirmo que el pago de cerca de 1,600 millones de euros debidos por Grecia al FMI hoy no ha sido recibido. Hemos informado al Directorio Ejecutivo de que Grecia está ahora en mora y solo puede recibir fondos una vez que los atrasos hayan sido cumplidos”. Nada más. Rice agregó: “el FMI recibió una petición de las autoridades griegas de una extensión del pago, que pasará al Directorio Ejecutivo siguiendo los cauces debidos”. Seco. Sin mayores cortesías.
Al anunciar el gobierno del primer ministro Alexis Tsipras que no podía cumplir con el pago del 30 de junio al FMI—y antes de un mes, el 20 de julio, debería pagar otros 3,500 millones de euros al Banco Central Europeo (BCE)—, el país donde se originó la cultura de occidente está al borde de salir de la eurozona, tal y como lo afirmó Benôit Couret, miembro del directorio del BCE: “la salida de Grecia de la zona euro, que era un objeto teórico, ya no puede desgraciadamente excluirse”, dijo el funcionario al diario económico galo Les Echos.
Aunque una probable salida de Grecia de la zona euro tendría, como ya se vio, un efecto negativo en los mercados, quien realmente saldría perdiendo sería el país helénico que tendría que suspender pagos y regresar al dracma, su vieja moneda. Si los griegos han sufrido un durísimo ajuste desde que estalló la crisis en 2008, la salida de la moneda única sería la debacle. Se vería obligado a devaluar el tipo de cambio del dracma, lo que a su vez produciría una elevada inflación y la huída masiva de los capitales que aún permanecen en el país.
Mientras la incertidumbre sobre el futuro de Grecia sigue creciendo, su situación financiera se deteriora aún más. La salida de depósitos privados de sus bancos en el mes de mayo ascendió a 3,682 millones de euros, lo que redujo el dinero depositado (por familias y empresas) en los propios bancos hasta los 135,682 millones de euros, su nivel más bajo desde agosto de 2004. Los últimos datos apuntan que en junio la salida de depósitos se aceleró considerablemente, llegando a alcanzar los 1,000 millones de euros diarios en algunas jornadas.
La suspensión de las negociaciones entre Atenas y la Unión Europea ya ha provocado severas consecuencias. El día 29 de junio fue llamado el “lunes negro” por el tremendo bajón de los mercados en Europa y en otras partes del mundo –hasta en la creciente devaluación del peso mexicano frente al dólar estadounidense influyó–. No obstante, Grecia considera medidas legales contra las instituciones comunitarias para bloquear su salida del euro, según anunció el controvertido ministro de Finanzas, Yanis Varufakis. “El gobierno griego hará uso de todos nuestros derechos legales”, dijo Varufakis al diario británico The Daily Telegraph. Hasta ahí es posible adelantar. Lo demás son especulaciones. ¿Qué sucederá en Grecia y en la UE? Grecia no paga su deuda, ¿Y ahora qué? Esto solo los dioses del Olimpo podrían saberlo.
La tragedia griega no solo cuenta con un acto. Esta se completó en la madrugada del domingo 28 de junio cuando el Parlamento en Atenas aprobó por 178 votos a favor, 120 en contra y dos abstenciones la convocatoria de una consulta popular (referéndum) el domingo 5 de julio para decidir si los ciudadanos aceptan la última propuesta de austeridad de la UE. Tsipras calificó, como lo ha hecho antes, de “humillantes” los ajustes que exigía la troika—Bruselas, el FMI y el BCE— en su último documento, y optó por convocar al Parlamento heleno para llevar a cabo ese referéndum, en el que Syriza –acrónimo de la coalición de grupos de izquierda que ahora está en el poder en Grecia desde las elecciones parlamentarias de enero del presente año–, va a proponer el rechazo de las condiciones de la UE. Las papeletas solo tendrán dos palabras: “Sï”, “No”. La sola convocatoria de la consulta ya es una bofetada a Europa, resulte lo que resulte, porque supone una decisión unilateral del gobierno griego, que unilateralmente rompió las negociaciones tras los primeros acercamientos de días anteriores. La situación de incertidumbre es total. La decisión que tomen los ciudadanos griegos podría ser clave para el futuro de la nación.
Además, el domingo 28 de junio, Alexis Tsipras anunció el control de capitales lo que implica severas restricciones para que los griegos puedan sacar dinero de los bancos (60 € por persona al día); dicha restricción se mantendrá, en principio, desde ese día hasta el 6 de julio, es decir un día después de realizado el referéndum. En esencia, la confianza de los griegos en sus bancos se esfuma, y lo que es peor la confianza entre Atenas y los acreedores ha desaparecido. “Es un momento oscuro para Europa”, comentó Varufakis, aunque Bruselas había decidido un IVA reducido para el sector turístico en Grecia y otras concesiones como un alivio de la deuda. Tsipras rechazó el paquete de la UE: no se fía de Europa como ésta no se fía de Grecia.
A la manera de lo que hizo Argentina en 2002, ahora Grecia tiene también su “corralito”.Según el decreto oficial “Vacación bancaria de corta duración”, del 28 de junio al 6 de julio, los bancos estarán cerrados. Suscrita por Alexis Tsipras, la medida responde al “carácter de extrema urgencia y a la necesidad imprevista de proteger el sistema bancario y la economía griegos ante la falta de liquidez provocada por la decisión del Eurogrupo del 27 de junio de no ampliar el plan de ayuda a Grecia”, que expiró el martes 30 de junio. El decreto del primer ministro precisa que “el pago de jubilaciones queda fuera de la presente limitación de transacciones bancarias”, y que “las administraciones de las entidades de crédito anunciarán la forma en que se pagarán dichas pensiones”. La pregunta que se hacen muchos griegos: ¿qué hago con 60 euros diarios? That is the question. Y cuando ya no se puedan pagar ni esos 60 euros, ¿qué sucederá?
El hecho es que Syriza llegó al poder prometiendo lo imposible: doblegar a la troika para imponer una (nueva) reestructuración de la deuda griega y restablecer la credibilidad internacional de su país para fomentar la entrada de capitales. Así, desde que Syriza tomó en sus manos las riendas del país, alrededor de 50,000 millones de euros han salido de los bancos helenos para escapar del paraguas populista (ojo México), de Tsipras y Varufakis; cantidad que representa el 30% de todos los depósitos del país. De no haber sido porque el Banco Central Europeo ha ido incrementando el préstamo de emergencia que reciben las entidades griegas (conocido por sus siglas en inglés, ELA: Emergency Liquidity Assistance), el gobierno de Tsipras tendría que haber declarado hace varios meses un “corralito” en Grecia. Aunque muchos piensan que la troika ha actuado como una usurera sin escrúpulos al imponerle al gobierno heleno condiciones financieras inhumanas, nada más alejado de la realidad, pues la cuna de la cultura occidental es ahora mismo el país mejor financiado de toda Europa: el tipo de interés medio de su deuda pública es del 2% (más bajo que el de Alemania) y el vencimiento medio de su deuda supera los 15 años (el doble de la alemana).
Aunque a muchos no les guste la verdad, el hecho es que durante décadas Grecia se ha convertido en una apoteosis del estatismo y del intervencionismo gubernamental. Lleva más de 35 años sin cerrar un solo ejercicio con superávit. Sus malas gestiones vienen de lejos, desde su independencia como país en 1832. Casi durante 90 años no ha cumplido con el pago o reestructurando su deuda pública. Su estrategia es muy conocida (no se porqué me recuerda el caso de Cuba): vivir del hiperendeudamiento continuado para engordar sin límites su hiperEstado. Las consecuencias están a la vista. Grecia es hoy por hoy uno de los países más pobres de Europa, sin impulso ni dinamismo interno, ultradependiente del crédito exterior y con una clase populista desde su extrema izquierda hasta su extrema derecha. Por esto, son muchos los que piensan que “ha llegado la hora de acabar con el subsidio permanente del Estado heleno”. El hecho es que desde 2010, se han prestado 260 mil millones de euros a Grecia. Nada más, nada menos. VALE.
