El Tribunal Supremo de Grecia decidió que es legal el referéndum que convocó el primer ministro Alexis Tsipras la pasada semana para intentar salir de la presión ante sus acreedores y socios en la eurozona.

De esa manera, quedan sin efecto todas las dudas y reservas legales que habían alegado diversas asociaciones y personalidades jurídicas cuestionando su constitucionalidad tanto por su forma de ser convocado como por el carácter de la pregunta.

El referéndum se llevará a cabo para decidir si el pueblo griego acepta una propuesta presentada por la troika el pasado 25 de junio. Lo que no todos saben es que esa propuesta que le piden al pueblo rechazar o aceptar ya no existe porque quedó sin efecto en el momento en que a finales del mes de junio concluía el plazo del plan de ayuda que no se prolongó, que llevó al impago al FMI por parte del Estado griego.

Entonces, Grecia quedó en quiebra y legalmente la oferta sometida al referéndum dejó de existir. Eso al Gobierno de Tsipras le ha dado igual. La pregunta, sobre la que muchos tienen también gran duda es: “¿Debe aceptarse la propuesta de acuerdo que fue sometida por la Comisión Europea, el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) en la reunión del Eurogrupo del 25 de junio de 2015 incluyendo las dos partes que constituyen la propuesta unificada?”.

Es difícil de entender una pregunta así, el votante griego no tiene la menor idea de cuáles son los aspectos concretos que contemplan las propuestas, por lo que en el fondo también importa poco que, como es el caso, la oferta ni siquiera esté vigente.

Se trata en realidad de una pregunta elaborada, con la intención de escenificar el enfrentamiento entre las fuerzas partidarias del Gobierno y las que ya desde la oposición, pretenden acabar con el enfrentamiento permanente con países e instituciones acreedoras, y con la pretensión de cargar sobre la sociedad griega toda la responsabilidad que tiene el gobierno Tsipras por haber llevado al país directamente al impago y a la quiebra.

También por haber generado en el resto de la eurozona una presión en favor de acabar con la expulsión de Grecia del euro, una posibilidad que legalmente no contempla la legislación de la Unión Europa.

Con esa pregunta, los griegos han tenido una semana para torturarse en busca de una respuesta que dictará casi en exclusiva su posición respecto al gobierno de tsipras; los griegos no saben qué sucederá si gana el Sí o si gana el No. Desde la oposición y desde Europa se advierte que el No pone a Grecia muy cerca de la salida del euro.

Tsipras y su ministro de Hacienda Iannis Varoufakis, desmienten esto con seguridad de que en ningún caso se contempla la salida del euro y que esta no se producirá porque el coste sería inimaginable y nadie en Europa se atreverá a ello.

 

Hasta ahora ha sido cierto, pero nada garantiza que siga siendo así. Y son muchos griegos pero sobre todo responsables europeos los que no están ni mucho menos seguros de que al final la situación sea tal que suceda lo que nadie quería que sucediera, como el día 1 de julio sucedió lo que todos habían intentado evitar a su manera.

Dice el gobierno griego que con el Sí, Grecia quedará humillada ante la voluntad de imposición de los organismos europeos; y que con el No, por el contrario, el Gobierno conseguirá de inmediato, el mismo lunes, dicen, un acuerdo sustancioso, realista y sostenible para salir de la crisis. Ni los más entusiastas de la coalición radical de ultraizquierda y ultraderecha creen eso.

Lo único que se sabe es que Grecia no tiene experiencia en la planeación de este tipo de consultas, que ha improvisado en unos momentos de enormes dificultades logísticas por la falta de dinero en efectivo y solvencia general de las administraciones y organismos gubernativos responsables; los prefectos regionales se desean para organizar esta votación de carácter urgente que se inventó Tsipras.

El último referéndum que se celebró en Grecia fue para erradicar la monarquía e instauración de la república tras la caída del régimen golpista de los coroneles, so fue en 1974. Ahora 41 años después, el referéndum no es para cambiar la forma de Estado sino para algo probablemente mucho más grave. Los griegos saben que es mortal lo que sucede, pero no saben a ciencia cierta ni qué deciden ni cuál opción se esconde detrás del Si y el No.

Yanis Varoufakis, declaró  en una entrevista al diario británico The Telegraph que el país tiene reservas de petróleo para seis meses y productos farmacéuticos para cuatro, para enfrentar una posible crisis. El ministro también precisó que el control de capitales no afecta a los alimentos.

“Si Grecia se estrella, se perderá un billón de euros (el equivalente al PIB español). Es demasiado dinero, y no creo que Europa se lo pueda permitir”, comentó Varoufakis al diario El Mundo, donde reiteró que dimitiría si los griegos votan sí en la consulta. “Lo que están haciendo con Grecia tiene un nombre: terrorismo”, expresó.

Información de ABC, España y de El País, España