Hasta hace unos días, la canciller alemana, Angela Merkel, era considerada la mujer más poderosa de Europa. Una líder que por cinco largos años había logrado imponer una severa política fiscal a sus socios para impedir que la zona euro colapsara a causa de algunos de sus países miembros, como Grecia.
Merkel nunca pudo imaginar que un político de izquierda, de 40 años de edad y exmilitante comunista, pudiera humillarla al lograr que la mayoría de sus compatriotas acudiera a las urnas para rechazar con un “No” las severas medidas impuestas por la canciller; Alexis Tsipras se convirtió en el primer político europeo capaz de vencer a la mujer más poderosa de Europa.
Tras esto, el histórico líder de la revolución cubana, Fidel Castro, envió un mensaje de felicitación al primer ministro de Grecia, Alexis Tsipras, por el triunfo del “no” en el referendo celebrado el domingo pasado en la nación europea.
“Grecia es muy familiar entre los cubanos. Ella nos enseñó filosofía, arte y ciencias de la antigüedad cuando estudiábamos en la escuela y, con ellas, la más compleja de todas las actividades humanas: el arte y la ciencia de la política”, escribió en un mensaje Castro, “su país, especialmente su valentía en la coyuntura actual, despierta admiración entre los pueblos latinoamericanos y caribeños de este hemisferio al ver como Grecia, ante agresiones externas, defiende su identidad y su cultura (…)”.
Además, el líder revolucionario recordó el trabajo de las tropas rusas en colaboración con naciones del Medio Oriente y Asia para evitar la guerra y las agresiones militares sin respuesta “contundente y devastadora”.
Desde que comenzó la crisis del euro, provocada por el caos de la deuda griega, Merkel decidió imponer una estricta política de ahorro fiscal a Atenas, una medida que le haría más fácil buscar el apoyo de la población alemana.
Obligada por el Tribunal Constitucional de su país a someter todos los paquetes de ayuda a Grecia a la aprobación del Bundestag, Merkel evitó ceder en sus exigencias y tampoco le dio importancia a impulsar un nuevo “Plan Marshall” para el país heleno, una medida que le habría ayudado a repuntar su economía.
El miedo al rechazo de su propio partido a una política más flexible convenció a la canciller de imponer una política que fracasó cuando debía beneficiarse de ella.