En una misa masiva al aire libre en Ecuador, el papa Francisco pidió este martes dejar a un lado las diferencias en Latinoamérica a través de la fe para tender una mano a los desfavorecidos y en la que celebró las revoluciones independentistas de la región.
A pesar del frío, el viento y la lluvia, cerca de un millón de fieles, algunos peregrinos de varios lugares del país, se congregaron en el Parque Bicentenario de Quito para la misa y escuchar el mensaje en un día declarado feriado.
Francisco, de 78 años, recordó el “grito de libertad” cuando la región se independizó hace dos siglos de España y que sólo fue contundente cuando “dejó de lado los personalismos, el afán de liderazgos únicos”.
“Es impensable que brille la unidad si la mundanidad espiritual nos hace estar en guerra entre nosotros, en una búsqueda estéril de poder, prestigio, placer o seguridad económica y a esto a costilla de los más pobres, de los más excluidos, de los más indefensos, de los que no pierden su dignidad pese a que se la golpean todos los días”, expresó el pontífice, “la inmensa riqueza de lo variado (…) nos aleja de la tentación de propuestas más cercanas a dictaduras, ideologías o sectarismos”.
Por lo anterior, pido “luchar por la inclusión a todos los niveles” y promover el “diálogo” en un mensaje que incide en el presente político de ecuador, primera visita de la gira de Francisco por Sudamérica que incluye a Bolivia y Paraguay.
La “revolución” por la que aboga la Iglesia en América Latina es comparable a la protagonizada hace 200 años por los países sudamericanos para lograr la independencia de España, que según el papa nació de la “conciencia de la falta de libertades”.
Francisco llegó a Ecuador justo cuando el país sufre protestas contra el Gobierno socialista de Rafael Correa; sus opositores lo acusan de autoritarismo y critican su polémico plan con el que pretende aumentar impuestos.
El mandatario asegura que busca distribuir mejor la riqueza y que sus reformas sólo afectarían a las clases más acomodadas; la oposición suspendió las protestas durante la visita del Papa.
Correa asistió a la misa del Papa, quien había conversado el lunes por la tarde en privado con el presidente después de volver de la ciudad costera de Guayaquil, donde celebró una misa ante cerca de un millón de feligreses.
En la ceremonia, para la que Francisco vistió una casulla con motivos indígenas andinos, algunos representantes de esos pueblos elevaron oraciones en quechua en el escenario bajo el cual descansaban dos inmensos arreglos con miles de rosas.
“Es alguien que ha cambiado la iglesia, ha cambiado el pensar de los jóvenes, atrae a la juventud. Por eso estamos esperando largas horas”, dijo Verónica Calderón, una estudiante de 23 años que estaba acampando con su compañeros en el parque, “no le ha dado miedo poner mano dura a los corruptos, a las personas que dañan a la iglesia”.
El papa tenía planeado reunirse con académicos y estudiantes universitarios y con la sociedad civil en Quito durante la tarde de este martes en Quito.
Su visita, el primer viaje de Francisco después de publicar una histórica encíclica en defensa de los pobres y del planeta, atrajo a devotos de Colombia, Perú, Chile y México.
Se estima que Francisco llegue este miércoles a La Paz, donde la atención estará concentrada en su salud debido a la altitud de la ciudad y a que al Sumo Pontífice le falta parte de un pulmón; allí visitará a una violenta prisión antes de partir hacia Asunción para reunirse con activistas sociales.